05 diciembre 2010

El Stadion Maksimir

Zagreb, capital de Croacia, 800.000 habitantes. La segunda ciudad más grande de la antigua Yugoslavia, punto básico en la ruta que conecta la Europa Central con el Mar Adriático. El núcleo económico y político de un país que crece y se moderniza gracias al turismo de la costa. En lo futbolístico, la urbe que alberga uno de los estadios más míticos del continente, el Maksimir. Un templo deportivo que en 2012 celebrará su centenario y que se ha convertido en un bastión casi inexpugnable del que disfruta la selección nacional croata.

Pero el Maksimir ha sido, también, testigo en primera persona de acontecimientos deportivos con un importante trasfondo político, muy conectados con la situación que se vivió en los Balcanes a principios de la década de los 90. El 13 de mayo de 1990 el estadio fue el escenario de un partido de la liga yugoslava entre el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado. El encuentro, ya siempre muy tenso y marcado por una gran rivalidad entre las aficiones, se disputó pocas semanas después de unas elecciones en las que los partidos independentistas croatas consiguieron resultados muy favorables. El grupo de ultras del Estrella Roja ‘Delije’, comandado por el conocido nacionalista serbio Arkan, viajó en masa a Zagreb. Los altercados con los ‘Bad Blue Boys’, los aficionados más radicales del Dinamo, parecían inevitables. Lo que empezó en la grada se trasladó al terreno de juego, con el partido detenido, los jugadores del Estrella Roja se retiraron al vestuario pero los del Dinamo permanecieron en el césped, y su capitán Zvonimir Boban (el que luego sería un famoso jugador del Milan) le propinó una patada a un policía que estaba atacando a un hincha del club. “Mucha gente lo vio como un acto increíblemente valiente. Defendía mis colores como nadie, llamaba la atención de los medios de comunicación. Por desgracia, no se prestó tanta atención a todos esos chavales que estaban en el campo y también luchaban por la causa croata. Supongo que es normal desde el punto de vista de los medios de comunicación. De todos modos, todos esos jóvenes hicieron lo mismo que yo, no hice nada especial. Miles de personas hicieron lo mismo aquel día” afirmaba el jugador croata.

Menos de un mes después, en el Maksimir se disputó un partido amistoso entre Yugoslavia y Holanda. Boban había sido sancionado, por su patada, con 6 meses sin poder representar a la selección, por lo que se perdería el mundial de Italia y todos los encuentros preparatorios. El público asistente, en su mayoría formado por nacionalistas croatas, abucheó el himno yugoslavo y mostró banderas de Croacia y de Holanda. La selección yugoslava jamás regresó al Maksimir.

En octubre del mismo año, un importante empresario croata pagó 90.000 dólares para que la selección de fútbol de Estados Unidos acudiera a Zagreb a disputar un encuentro amistoso ante un combinado local. Ese partido que tuvo lugar en el Maksimir, se considera el primero de la selección croata de la era moderna. El amistoso se celebró el 17 de octubre de 1990, justo el mismo día en que el equipo nacional yugoslavo sub-21 se jugaba el título del Campeonato de Europa, y pese a ello, 30.000 espectadores abarrotaron el Maksimir. Los prolegómenos se vivieron con una solemnidad que hacía pensar en un acontecimiento histórico.

Han pasado los años y afortunadamente la tensión ha desaparecido de la vida cotidiana de Zagreb, pero cada vez que juega Croacia, el Maksimir se llena de aficionados que muestran su orgullo nacional y generan uno de los ambientes más calientes de todo el fútbol europeo.

Durante 16 años nadie fue capaz de ganar aquí en un encuentro oficial, fueron 30 partidos de competición en los que Croacia jamás perdía, se creó un misticismo alrededor del estadio, una leyenda de imbatibilidad. Hasta que el 10 de septiembre de 2008 Inglaterra ganó por 1-4 con un hat-trick de Theo Walcott en partido clasificatorio para el Mundial de Sudáfrica. Fue una derrota durísima que golpeó la confianza, aparentemente inquebrantable, del cuadro de Slaven Bilić, que venía de firmar una gran Eurocopa en Austria y Suiza. Fue la noche en la que cayó el Maksimir.

Además de albergar los partidos de la selección croata, el estadio también es el hogar del Dinamo de Zagreb, y el escenario del encuentro más importante del campeonato de liga nacional, el clásico del país que enfrenta al conjunto capitalino ante el Hajduk Split.

Durante los tiempos de la antigua Yugoslavia, las dos hinchadas mantenían una relación amistosa, pero desde la independencia su rivalidad ha aumentado, y se exageró cuando en 2004 el capitán del Dinamo Niko Kranjčar (nacido en Zagreb e ídolo de la afición) se peleó con la directiva y fichó con el Hajduk. Desde entonces los clásicos se esperan con enorme pasión y ganarlos puede llegar a justificar una temporada decepcionante.

En 2007 el Dinamo derrotó por 2-1 a su gran enemigo con dos goles de Eduardo da Silva, el día que el atacante de origen brasileño llamó por primera vez la atención del mundo. Formaba un tandem formidable con Luka Modrić, una pareja que había crecido practicando a diario en el campo de entrenamiento anexo al Maksimir. Ellos dos, que ahora triunfan en equipos Champions, son los últimos héroes que se hicieron mayores en uno de los santuarios con más historia de todo el fútbol europeo.

1 comentario:

  1. A principios de 2009 el Maksimir volvió a ser noticia tras la revelación de la modelo Nives Celsius en el libro Gola Istina (La verdad desnuda), donde afirmaba que ella y su marido, el defensa internacional Dino Drpić, habían llevado a cabo su mayor fantasía sexual: hacer el amor bajo la luz de los focos en el césped del Maksimir.

    Al parecer, el 'encuentro' tuvo lugar el 11 de octubre de 2006, antes de la disputa del Croacia-Inglaterra de clasificación para la Eurocopa de 2008. Nives contó como ambos “jugaron un partido especial” y que convencieron a un operario del club para que dejara encendidos los focos del estadio. Todo para que su acompañante pudiera cumplir el sueño de hacer el amor en el campo de fútbol. Una pasión oculta de un jugador tan conflictivo como singular.

    La noticia no gustó nada al club croata y sus dirigentes, que se deshicieron del canterano 'plavi' después de 9 años en el club de Zagreb.

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