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29 abril 2017

Lesión en el sóleo

El sóleo es un músculo ancho y grueso ubicado debajo de los gemelos, en la cara posterior de la pierna. Tiene una estructura morfológica compleja formando, junto a los gemelos, el triceps sural. Su función principal es elevar el talón y extender el pie. Podemos decir que estamos hablando de un músculo vital para caminar y correr ya que, si este músculo no estuviera constantemente tirando de nosotros, el cuerpo caería hacia delante.

La lesión del músculo sóleo se produce, al ser de fibras lentas, por alongar el músculo más allá de su capacidad de estiramiento en una posición de tobillo en flexión dorsal y rodilla en ligera flexión, que suele darse en un cambio de dirección, en la realización de un salto o en un movimiento de velocidad. Es por ello que jugadores con grandes cambios de ritmo en su juego estén más expuestos a este tipo de lesiones. Otra de las principales causas por las que aparecen las molestias en este músculo es una mala técnica de carrera o una pisada defectuosa que debe ser corregida en un centro especializado en el que nos diseñen unas plantillas que rectifiquen el defecto de pisada que llevamos 'de fábrica'.

Debido a su conformación especial, para el diagnóstico de esta lesión y su exploración el facultativo debe recurrir a la resonancia magnética y/o ecografía, aunque las sensaciones del futbolista, al realizarse la lesión, también sirven de orientación. El grado de la lesión hace referencia a la cantidad de fibras musculares dañadas y la mayoría de las clasificaciones distinguen cuatro grados:
- Grado 0: Se produce un daño estructural de la fibra muscular, produciéndose edema en la zona pero no hematoma. Coloquialmente corresponde a las denominadas agujetas, calambres, contracturas y sobrecargas. El tiempo de recuperación es de pocos días y no precisa un tratamiento específico.
- Grado 1: Pequeña rotura de fibras, con mínimo hematoma. Se denomina habitualmente 'micro-rotura fibrilar', y se recupera en unas 2 semanas.
- Grado 2: Es la típica rotura de fibras musculares que se acompaña de un hematoma y de impotencia funcional inmediata tras la lesión. Se recupera en 3-4 semanas.
- Grado 3: Es la rotura completa del músculo en su vientre muscular o en la zona miotendinosa. El tiempo de recuperación nunca es inferior a 6-8 semanas y ocasionalmente puede ser necesario el tratamiento quirúrgico.

Una vez diagnosticado el paciente es momento de empezar la recuperación. El tratamiento dependerá de la clasificación de la lesión de acuerdo a los factores antes mencionados, pero debe ser precoz y cuidadosamente dirigida por profesionales, ya que el sóleo por su conformación está especialmente predispuesto a las recaidas, al retardo de la consolidación y sobre todo a la aparición de extensas cicatrices laminales, que dificultan después la actividad del jugador. 

El principal tratamiento tras observar los primeros síntomas debería ser parar y reposar durante unos días. Luego, deberíamos ponernos en manos de un especialista que nos aplique fisioterapia no agresiva a partir de las 72 horas y nos aplique microondas, calor o lo que estime oportuno según cada caso. En casa podemos utilizar alguna pomada antiinflamatoria y hielo cinco minutos varias veces al día para disminuir la hinchazón que puede producir su tratamiento, pero siempre siguiendo los consejos del fisioterapeuta.

En el jugador de alto nivel, el protocolo diario va a estar marcado por maratonianas sesiones con el fisioterapeuta realizando ejercicios excéntricos (trabajando el músculo en contracción pero a la vez realizando un estiramiento), magnetoterapia para regenerar más rápido el músculo lesionado, estiramientos y termoterapia. Lo que se debe conseguir en la rehabilitación de este tipo de lesiones es evitar las fibrosis musculares (más popularmente conocidos como contracturas) para que el músculo, una vez regenerado, no pierda ni un ápice de la elasticidad necesaria para poder volver a trabajar con la potencia requerida. La correcta alineación de las fibras musculares lesionadas con las del resto de músculo sano nos permitirán evitar las recaídas.

La vuelta a la actividad física debe realizarse de forma progresiva, siempre que el facultativo haya dado el visto bueno. Dependiendo de la evolución de la lesión, es muy posible que el jugador pueda hacer carrera continua al cabo de unos 10-15 días (dependiendo del grado), pero si la lesión se asienta en el cuerpo del sóleo, hay que tener cuidado, porque las recaídas pueden ser importantes y, como ya hemos comentado, el sóleo es un músculo traicionero y por eso hay que tener mucho cuidado cuando una lesión se asienta sobre él.

En los programas de tratamiento y prevención de la lesión es fundamental entrenar el sóleo realizando el movimiento de extensión del tobillo, es decir, quedando en puntillas de pie mientras elevamos un peso con el cuerpo. Para ésto, se pueden usar máquinas para realizar elevaciones de talones. Además, es fundamental repetir el gesto que produjo la lesión o molestia. Tanto los ejercicios de recepción de salto, ejercicios de cambio de dirección y por supuesto los estiramientos, son necesarios al final de cada sesión de entrenamiento. Con este programa, debidamente establecido por un profesional (fisioterapeuta o recuperador), el resultado debería ser optimo.

En la competición de alto nivel, después de cada partido, los jugadores intentan prevenir este tipo de lesiones con sesiones de recuperación dirigidas por fisioterapeutas y recuperadores. Son fundamentales las sesiones de masaje, la diatermia (máquinas de radiofrecuencia que ayudan a recuperar el músculo más rápidamente aumentando el flujo sanguineo y provocando una especie de drenaje), piscinas de agua fria, hielo para recuperar los tejidos afectados después de los esfuerzos del partido, etc.

31 octubre 2011

Las roturas fibrilares

Los futbolistas realizan esfuerzos físicos que algunas veces traen asociados algunos tipos de lesiones musculares y la rotura de fibras o rotura fibrilar es una de las lesiones más comunes en la práctica del fútbol.

Se produce tras un estiramiento forzado que da lugar a una elongación excesiva mientras el músculo todavía está algo en contracción y rompe algunas fibras musculares. Si se llega a romper la fascia protectora, hablaremos de rotura muscular e incluso hernia muscular, mucho más grave en estos dos últimos casos. Los músculos más afectados por este tipo de lesión suelen ser: gemelos, tibial anterior, aductor mayor recto anterior y los isquiotibiales. El pronóstico de la evolución puede oscilar entre los 21 días a 2 meses según el tamaño de la lesión.

Los síntomas que se producen es la aparición de un dolor agudo, de aparición súbita. El dolor impedirá el movimiento posterior y hace que el deportista se retire de cualquier competición. Dentro de las horas siguientes puede producirse la aparición de un hematoma por debajo del punto de la lesión. El hematoma siempre existe, se haya hecho o no superficial.

Existen diversos factores que contribuyen a que se produzcan este tipo de lesiones, por ejemplo:
- Músculos sobrecargados o fatigados con incoordinación en la contracción.
- Mala preparación muscular (entrenamiento deficiente o mal calentamiento).
- Desequilibrio muscular entre agonistas y antagonistas.
- Músculos tensos (no permiten alcanzar la máxima amplitud).
- Esfuerzo realizado en ambiente frio (son menos contráctiles).
- Mayor incidencia en músculos biarticulares.
- Edad.
- Abuso de alcohol y tabaco.

Así pues, parece claro que, como prevención para posibles lesiones o recaídas, se deben tener en cuenta varios aspectos antes de realizar cualquier actividad física de forma segura:
- Es muy importante realizar un buen calentamiento previo a cualquier actividad física. La entrada en calor tiene por objeto aumentar la temperatura muscular entre 1 o 2 grados, lo que hace que el músculo esté más flexible previniendo las lesiones. De la misma manera, la vuelta a la calma de una forma continuada contribuye a eliminar los productos de desecho producidos durante el ejercicio. Estirar al finalizar la práctica deportiva evita sobrecargas musculares y mejora la función muscular.
- Los ejercicios de fuerza contribuyen a que los músculos en conjunto trabajen en forma coordinada; si agregamos trabajos de propiocepción se logrará que la dinámica muscular funcione en armonía, evitando lesiones.
- La dieta también cumple un papel importante ya que si el aporte de hidratos de carbono no es el adecuado, la lesión puede aparecer por estar el músculo fatigado al no tener el aporte energético necesario.

Existen tres grados de rotura fibrilar dependiendo del número de fibras afectadas. A continuación, vamos a distinguir y comentar cada una de las tres, así como el tratamiento que se debe realizar en cada uno de lo casos:

Rotura fibrilar de grado 1
Es la más frecuente y corresponde a una rotura microscópica en la que sólo unas fibrillas musculares son lesionadas. Existe hemorragia local y equimosis por debajo del nivel de la lesión. Al ser de tamaño reducido, no suelen ser visibles en la ecografía. El paciente refiere dolor que aparece de forma instantanea al producirse la lesión, habrá impotencia funcional y no podrá terminar la práctica deportiva. Con el reposo disminuye el dolor pero éste se reproduce con la presión o el movimiento. Además, habrá dolor al estiramiento pasivo, y los movimientos pasivos estarán afectados si la lesión es evidente. Existirá dolor a la contracción isométrica, y los movimientos activos y contrarresistidos serán dolorosos. La musculatura estará contracturada por la lesión.

Tratamiento inmediato:  
- Aplicación de frío en la zona de la lesión.
- Vendaje funcional cerrado con vendaje circular (aprox. 5 días).
- Descarga, reposo relativo.
- Elevación del miembro afectado.
- Fase de cicatrización: 10-15 días en roturas parciales.
- Los antiinflamatorios pueden ser utilizados en breves espacios de tiempo.

Tratamiento a partir del 3er día:
- Control de la inflamación.
- Inicio precoz de la actividad.
- Trabajo activo aeróbico.
- Estiramiento activo de forma lenta y progresiva.
- No es recomendable la inmovilización prolongada ni rígida.
- Isométricos.
- Masaje de drenaje.
- Marcha.
- Electroterapia (ultrasonidos, láser, magnetoterápia...).

Tratamiento a partir de una semana:
- Intensificar el trabajo activo.
- Realizar estiramientos.
- Electroestimulación, para recuperar tono muscular.

Rotura fibrilar de grado 2
Cuando existe una solución de continuidad macroscópica de las fibras musculares, pero sin afectar por completo al cuerpo muscular. Con la ecografía se pueden visualizar la lesión muscular y el hematoma acompañante. Si la ruptura es superior al 30% del cuerpo muscular, se ha de plantear intervención quirúrgica.

El tratamiento inmediato es identico en todos los casos de rotura de fibras. En este caso, hay que tener en cuenta que el periodo de recuperación será mayor que en el caso anterior, pero se seguirán los mismos parámetros explicados en el mismo. La vuelta a la actividad física habitual será progesiva según la sensibilidad dolorosa del paciente, advirtiendo de la importancia de realizar un buen calentamiento previo a cualquier actividad.

Rotura de fibras de grado 3
Es la ruptura total del músculo. Se rompen totalmente las fibras, separándose ambos extremos musculares con una retracción de los vientres musculares, que se retraen y se contraen. Cursan con intenso dolor e impotencia funcional completa. Es dolor que no cede, y normalmente suele aumentar. Se produce por movimientos bruscos de gran intensidad, con sensación de desgarramiento. Existe gran tumoración y equimosis. Signo del hachazo. La ecografía es obligatoria en estos casos.

El tratamiento de este tipo de lesiones es siempre quirúrgico, con el fin de no agravar la lesión y para que mediante sutura, se reestablezca la unión de las fibras de ambos cabos del vientre muscular de la forma más exacta posible, para poder evitar así nuevas recaídas de la lesión.

02 marzo 2011

La pubalgia del futbolista

La pubalgia del futbolista, también conocida como: entesitis púbica u osteopatía dinámica de pubis, entre otras acepciones, consiste en una inflamación crónica de las inserciones de los músculos del pubis, manifestándose mediante la aparición de un foco de dolor en la zona coloquialmente denominada ingle, pudiendo estar asociada a repercusiones viscerales en vejiga, intestinos, estómago, etc... Este tipo de lesión se considera una ‘enfermedad ocupacional’. Los futbolistas a causa de la actuación reiterada de los abdominales y adductores, no confundir con abductores, los primeros llevan la pierna hacia adentro (hacia la línea media del cuerpo), y los segundos la llevan hacia fuera y se localizan en la parte lateral (glúteos, etc.), en el mecanismo del lanzamiento, padecen una inflamación crónica en la zona que provoca en un estadio inicial dolores ante el esfuerzo y, al agravarse también en reposo.

Causas:
Es el fútbol el deporte en el que más se da esta lesión, debido sobre todo a la repetición del movimiento de golpeo de balón con el empeine. Entre otras causas se encuentran el sobreentrenamiento, un número excesivo de partidos, el cambio de superficies de juego (mojado a seco, duro a blando), una recuperación deficiente o, una preparación física mal adaptada deriva en una aceleración o extensión de la lesión, o la anatomía patológica en los miembros inferiores (acortamiento de los mismos), en la pared abdominal y en el trayecto inguinal.

Síntomas:
Los síntomas de la pubialgia pueden diferir entre unos deportistas y otros, se caracteriza por dolor en distintos niveles de la cintura pélvica en relación con la practica deportiva, dolor a nivel de la región inguinal (pubialgia baja), en otras ocasiones el dolor afecta al anillo inguinal (pubialgia alta), pudiendo aparecer molestias a los dos niveles en incluso a nivel lumbar.
Clásicamente se describen cuatro grados o estadios evolutivos (la gravedad de la lesión va desde el estadio 1 al 4):
1º) el dolor aparece después de un partido o entrenamiento, o después de ejercicio intenso
2º) el dolor aparece durante el partido /ejercicio
3º) el dolor aparece al comenzar la actividad física e impide la realización de la misma
4º) el dolor se desencadena en reposo o a mínimos movimientos.

Como evitar su aparición:
- Realizar sesiones de flexibilidad especiales, un mantenimiento de la misma durante el entrenamiento y una elongación al finalizar los entrenamientos:
a) En el calentamiento: Se aboga por un trabajo activo de la musculatura, ejercicios que se asemejen a la práctica deportiva, controlando en todo momento el movimiento. Un ejemplo en el gimnasio sería el empleo de la máquina que se suele utilizar para fortalecer los abductores y los adductores. En el campo de juego podríamos simular ese movimiento sin resistencia, o bien con la ayuda de un compañero ofreciendo resistencia.
b) En la vuelta a la calma: Se trabajará con estiramientos pasivos, o asistidos.
- Empleo del trabajo isométrico (se explicará en un apartado posterior).
- Dosificación de las cargas de acuerdo al grupo de trabajo.
- Refuerzo de la musculatura estabilizadora de cadera.
- Trabajo compensatorio de potenciación muscular:
a) Abductores.
b) Adductores.
c) Abdominales: tanto superiores, como inferiores y oblicuos.

Tratamiento:
Este tipo de tratamientos, tiene el objetivo de recuperar la capacidad de elongación muscular de la zona y de reforzar sus tendones y, puntos de inserción. Siendo los ejercicios de flexibilidad clásicos estériles al provocar únicamente la reacción concéntrica del músculo.
Existen diversos métodos, en muchos casos complementarios, para tratar este tipo de lesión:
- Fisioterapia.
- Osteopatía.
- Antinflamatorios e infiltraciones.
- Tratamiento quirúrgico: Sólo se recurre en los casos de agravamiento extremo de la lesión que, en cualquier caso, no debería haber llegado nunca a este punto con un trabajo preventivo adecuado. Este recurso, incluso si esta plenamente justificado, sirve para reforzar el pubis, pero no trata las causas.
- Tratamiento Isométrico: En los casos muy dolorosos y agudos, permite obtener rápidamente un efecto sedante sobre las inserciones musculares, sobre los tendones y sobre las vainas de los músculos. Este trabajo se particulariza según la zona afectada.

13 diciembre 2010

La fractura de clavícula

Aunque no es de las lesiones más frecuentes en el jugador de campo (si en el portero), vamos a hablar de la fractura de clavícula, ya que aproximadamente el 5% de todas las fracturas tratadas en las urgencias de los hospitales tiene a la clavícula como protagonista. Que la clavícula se fracture, aunque sea de forma indirecta, es debido a un duro impacto tras extender la mano durante una caída o bien por una caída sobre el propio hombro.

La clavícula es el hueso largo que une la parte superior del brazo con el tronco del cuerpo: un extremo de la clavícula se une con el esternón y el otro extremo con el omoplato. La clavícula, cuya parte más frágil es la unión entre sus dos tercios medio y lateral, forma la única articulación que une la cintura escapular con el tronco y protege importantes vasos sanguíneos, el pulmón y el plexo braquial. Las fracturas de la clavícula que terminan desplazadas de su posición anatómica pueden lesionar estas estructuras debido a su proximidad y lo afilado que resultan los bordes astillados.

Los principales síntomas que origina una rotura de clavícula son:
• Dolor, en ocasiones intenso.
• Hombro caído, hacia abajo y hacia delante.
• Incapacidad para levantar el brazo debido al dolor.
• Bulto o deformidad visible sobre el sitio de la fractura. Los huesos pueden salirse por la piel o verse fuera de sitio.
• Sensibilidad e hinchazón en el área afectada.
• El hombro y el brazo están débiles, adormecidos y con hormigueo.

Las pruebas que determinan si el deportista sufre una rotura de clavícula son:
• Radiografías. Se utilizan para buscar huesos rotos u otros problemas y se suelen tomar radiografías de ambas clavículas: la lesionada y la sana. Es la opción más utilizada en la vida cotidiana ya que es capaz de diagnosticar, con éxito, el 98% de las lesiones óseas.
• Resonancia magnética. Este examen también se conoce con la sigla IRM. Durante la prueba y mediante ondas magnéticas, se toman imágenes de los huesos, músculos, articulaciones o vasos sanguíneos. Es la alternativa más eficaz a la radiografía convencional.
• Tomografía axial computarizada. En esta prueba, más conocida por sus siglas TAC, se usa un aparato especial de rayos X equipado con una computadora para tomar imágenes de la clavícula. Antes de tomar las imágenes, se suele aplicar un medio de contraste por vía intravenosa, que ayuda a que las imágenes se vean mejor.

El tratamiento dependerá del daño y del tipo de fractura que el deportista haya sufrido. Los especialistas recomiendan:
• Medicamentos: Para aliviar el dolor, así como antibióticos o una inyección antitetánica si hay cortes en la piel.
• Férula o cabestrillo: Existen diferentes cabestrillos que pueden ser usados para prevenir que una clavícula fracturada sufra más daños. El cabestrillo en forma de ocho es el más utilizado.
• Terapia de apoyo: En esta terapia se utiliza el hielo como método analgésico y antiinflamatorio. Para obtener una pronta recuperación, la labor de un fisioterapeuta es esencial. A medida que el dolor disminuye, se recomienda hacer ejercicios que aumenten el rango de movimiento.

Casi todas las fracturas de clavícula sanan por sí solas pero si la lesión es grave, pues se observan signos radiológicos de fractura o existe laxitud articular, se recomienda la intervención quirúrgica, sobre todo en el caso de deportistas de elite como son los jugadores de fútbol. También puede necesitarse para arreglar una clavícula que se haya salido a través de la piel.

Para unir nuevamente los huesos, se suelen usar pines, platinas o tornillos. Mediante la cirugía también pueden tratarse otros problemas, tales como una lesión en un nervio o en un vaso sanguíneo.

En el caso de una fractura severa, las técnicas utilizadas más comunes son la placa de compresión o el clavo intramedular (Steiman, Kirschner, Rush, etc.).

Cuando el médico decida que el paciente está preparado, éste podrá iniciar ejercicios de amplitud de movimiento y de estiramiento. Es posible que sea derivado a un fisioterapeuta para que lo ayude con estos ejercicios. Lo recomendable es no regresar a la práctica deportiva hasta que la clavícula no haya sanado por completo.

Tras la intervención quirúrgica, los plazos de recuperación para volver a la práctica deportiva son los siguientes:
• Un niño puede sanar rápidamente en tres o cuatro semanas.
• Un adolescente puede tardar de seis a ocho semanas en recuperarse.
• Un adulto que ha dejado de crecer puede necesitar entre ocho y diez semanas para curarse.

08 diciembre 2010

Lesiones musculares

No todo en la práctica del fútbol es un campo de rosas, también nuestras estrellas y los miles de aficionados que se reúnen una o dos veces por semana para ‘echar un partidillo’, sufren algún que otro percance que se materializa en lesiones musculares.

Las exigencias de cualquier actividad deportiva implican riesgos de lesiones en mayor o menor medida. Esto no es nada nuevo. Nadie escapa a este efecto devastador que cuenta con diferentes niveles de gravedad.
Desde un calambre o una contusión leve, hasta rotura fibrilar o incluso muscular, nadie esta a salvo de padecer una de estas lesiones, ya sean niños, aficionados, futbolistas profesionales... Pese a todo, aunque dichas dolencias son frecuentes, en ocasiones no suelen diagnosticarse ni tratarse adecuadamente. Es preferible, en el peor de los casos, contar con facultativos o profesionales para atender al lesionado. Muchas lesiones se producen por no cumplir con los procedimientos de prevención y, lo que es peor, en muchas ocasiones se agravan por cumplirlos mal.

En muchas ocasiones se cambia de entrenador en un equipo, lo que supone también un cambio de sus preparadores físicos. Esto ocasiona la implantación de de un programa de entrenamiento distinto, con un horario mayor o menor, diferente en materia de calentamientos... En todo caso, algo distinto a lo anterior que puede afectar al estilo de vida del futbolista y a más de uno provocarle algún que otro malestar.

Ir al médico
Las lesiones musculares son fáciles de tratar y de curar cuando son detectadas inmediatamente. Generalmente, en categoría profesional no suelen existir problemas de ningún tipo. Hay cuadros médicos con experiencia contrastada en medicina deportiva y cuentan, además, con todos los adelantos tecnológicos necesarios. Más difícil es en las categorías inferiores. A pesar, de los seguros médicos que existen y que son obligatorios en todas las competiciones organizadas por las federaciones regionales, muchos chicos, al lesionarse, acuden a los médicos de cabecera, lo que supone un problema a la hora de diagnosticar y, sobre todo, iniciar un proceso de recuperación.

Así se curan
Hay lesiones que suelen evolucionar de forma natural hacia la curación en un periodo de tiempo corto. Es conveniente evitar que la lesión se haga crónica, si bien en muchas ocasiones es imprescindible que dentro de ese tiempo cicatrice. Ante todo lo fundamental en cualquier caso de lesión (ya sea grave o más moderada), es:
- Reposo relativo para aquellas actividades que reproduzcan las molestias.
- Aplicación de calor (seco) durante un periodo de dos a cinco días.
- Aplicación de un masaje suave.
- Pueden administrarse fármacos (relajantes musculares), siempre bajo preescripción facultativa.
- La acción de hielo inmediata es de vital importancia ya que provocará vasoconstricción, es decir, disminuirá el tamaño del diámetro del vaso dañado para evitar la salida de la sangre. 24-48 horas después, la acción del calor será de mayor efectividad para disminuir el tamaño del hematoma.
- En ocasiones se obligará a guardar reposo 2-3 días, siempre que sea necesario.

Causas más frecuentes de una lesión muscular
- Tecnológicas como el empleo de material inadecuado, mala técnica...
- La temperatura afecta a un jugador ya que el frió puede provocar que no haya un buen aporte sanguíneo al músculo; mientras que el calor provoca un exceso de sudoración.
- Las diferentes superficies de entrenamiento, aspecto que influye en mayor medida a los jugadores de divisiones inferiores que no disponen de suficientes medios para poder entrenar en espacios adecuados.
- La ausencia de calentamiento antes de comenzar la práctica de un partido o bien, un calentamiento incorrecto.
- Frenadas bruscas, mala alimentación, problemas dentales, incoordinación muscular, desequilibrios musculares...

‘Catálogo’ de dolencias
- Lesiones no traumáticas como los calambres que provocan un dolor local, molestias y espasmos del músculo.
- Lesiones traumáticas, como las contusiones que se suelen dar en zonas de miembros inferiores, con mucho músculo. Se producirán hematomas en el interior del músculo.
- La distensión de algunas fibrillas, manteniéndose su integridad, se denomina estiramiento. El jugador siente mucho dolor, lo que no llega a impedir la realización del ejercicio.
- La sobrecarga se produce cuando aparecen ligeras molestias al acabar el entrenamiento o partido, siendo recomendable un posterior estiramiento del punto doloroso localizado en el músculo.
- Las contracturas suelen ser una sensación más desagradable que dolorosa.

25 octubre 2010

Enfermedades Cardiovasculares

El caso de Miguel García, que por fortuna se pudo recuperar gracias a los auxilios de los médicos del Salamanca y del Real Betis, recuerda no tan lejanos casos como el del sevillista Antonio Puerta o el españolista Dani Jarque, nombres propios que encierran lesiones de difícil diagnóstico, según la Sociedad Española de Cardiología.

La diferencia entre el fatal desenlace del sevillista Antonio Puerta, de 23 años, quien cayó fulminado en el Sánchez Pizjuán tres días antes de su fallecimiento, el 28 de agosto de 2007, y la salvación "in situ" de Miguel García la marcó un aparato, el desfibrilador, que obró el milagro en manos del médico del Betis, Tomas Calero.

Otra vez la sombra de la tragedia en el fútbol español, que puede hablar de seis casos de graves lesiones cardíacas en los últimos 3 años. De nuevo el debate de la prevención en un terreno en el que la dificultad del diagnóstico mantiene a los investigadores de la cardiología en permanente estudio.


En el reciente Congreso de Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) una de las conclusiones indica que el corazón del deportista es más grande que el de la población en general, por lo que el volumen cardíaco puede ser el doble que el de una persona que no hace ejercicio.

Esa puede ser la causa de que haya mayor dificultad a la hora de detectar si este tipo de alteraciones que conducen a percances graves o irreversibles son debidas a la propia práctica deportiva o en cambio son expresión de una cardiopatía incipiente.

La muerte de Puerta marcó un antes y un después a la hora de plantear entre los clubes la necesidad de potenciar los controles cardiovasculares a los deportistas, en un país como España, donde practican deporte 12 millones de personas, de ellos 7 millones de forma federada.

Un debate necesario que obligó a tomar medidas de prevención de la muerte súbita. El caso Puerta planeó con fuerza sólo dos meses después en Irún, donde el equipo local y el Real Madrid jugaban un partido de Copa del Rey.

El internacional madridista Rubén de la Red, que pocos meses antes había conquistado la Eurocopa 2008 con la selección española, se desplomó en el centro del campo, inconsciente. La rápida intervención de los médicos le salvó la vida, pero De la Red no ha vuelto a jugar y se descarta su vuelta a los terrenos de juego.

No quedaron ahí las convulsiones en el fútbol español. El 8 de agosto de 2009 la muerte sorprendió al entonces capitán del Espanyol, Dani Jarque (26 años), mientras hablaba por teléfono con su mujer desde la habitación del hotel de concentración, en Coverciano (Italia). Otro caso digno de análisis. La muerte súbita se llevó a una de las grandes promesas del club catalán.

Una víctima más de una afección que no tiene respuesta en la medicina preventiva. La muerte súbita se da en unas 40.000 personas al año, una cifra elevada según los estudios de los expertos. En el caso de los deportistas menores de 35 años se estima que se dan entre 40 y 50 casos anuales.

Sergio Sánchez, futbolista del Sevilla de 23 años, tuvo que cesar en el ejercicio de su profesión en enero de este año al serle detectada una enfermedad cardíaca, de la que fue operado en Hamburgo por el doctor Sievers. Sánchez mantiene la esperanza de volver a jugar al fútbol.

Tampoco la juventud protegió al mediocampista del Reus Jordi Pitarque (23 años), quien falleció el 6 de septiembre en el Hospital de Tortosa después de sufrir tres infartos de miocardio en su domicilio.

Un día antes Pitarque jugó sin problemas un encuentro con su equipo en el campo de El Prat, de tercera división. En la siguiente madrugada sufrió un primer paro cardíaco, un segundo en el traslado y el tercero y definitivo en el centro hospitalario.

En el mes de julio el jugador del Reus había pasado la revisión médica junto al resto de la plantilla, sin que se le detectara nada anómalo.

Según la SEC, el entrenamiento intenso puede acelerar la manifestación clínica de las enfermedades cardíacas hereditarias, principal causa de la muerte de los deportistas menores de 35 años. No obstante, la ciencia aún debe librar una dura batalla contra la muerte súbita, ya que en uno de cada tres deportistas menores de 35 años fallecidos de forma súbita la causa de la muerte se desconoce totalmente.

Algunos especialistas en cardiología y en medicina del deporte aseguran que una de las soluciones para evitar la muerte súbita son las pruebas genéticas que detecten lesiones. Mientras tanto, la asistencia urgente permite en muchos casos salvar vidas.

Un desfibrilador fue decisivo para no estar hablando en estos momentos de otro fallecimiento en un campo de juego. Miguel García, de 31 años, sufrió un infarto agudo en pleno partido. Los médicos del Betis y Salamanca acudieron al rescate y le salvaron la vida. Otro susto, otro motivo para seguir luchando contra una enfermedad que, cuando da la cara, a menudo tiene como consecuencia la muerte.

05 octubre 2010

El peligro del esguince de rodilla

Los esguinces de rodilla son las lesiones producidas sobre los ligamentos que dan consistencia a la articulación.

Producidos en su mayoría, por un traumatismo directo (golpes) o indirecto (movimientos biomecánicos). La clave para evitar estos esguinces está en no forzar los ligamentos mediante estiramientos excesivos y lógicamente no abusar demasiado de esa parte del cuerpo. En numerosas ocasiones, no se efectúa un calentamiento suficiente sobre las áreas susceptibles de sufrir este tipo de dolencias; deberían trabajarse al menos, durante 20 minutos con calentamiento capaz de endurecer el músculo y predisponerlo contra la lesión muscular.

Muchos jugadores han estado sometidos a estas incómodas dolencias. Pese a todo, son lesiones más desagradables que dolorosas.
Existen tres niveles, tres grados de lesión ligamentosa en función de la sintomatología: de primer grado o leves, cuando se dañan algunas fibras pero no hay laxitud ligamentosa; de segundo grado o moderados, donde ya se dañan algunas fibras existiendo una ligera laxitud ligamentosa; y por último, los esguinces de tercer grado o graves, cuando se produce una rotura total de uno o varios ligamentos acompañada de un dolor importante.

Uno de los errores más habituales en el momento de calentar para salir al terreno de juego es cuando se procede a dar solamente un par de carreras, sin previo estiramiento de ningún grupo muscular hasta que siente que están 'calientes' lo que ocasiona desgarro o rotura fascicular. Se debe empezar con estiramientos o elongación de cada grupo muscular, continuar con um pequeño trote y poco a poco, un pique corto y ejercicios de coordinación.

Normalmente el primer síntoma que nota el futbolista, tras forzar la rodilla, es un chasquido y dolor, y que le falla la rodilla. En ocasiones se puede presentar con inflamación.

El diagnóstico se consigue explorando la rodilla y valorando su estabilidad. El dolor se siente al palpar. Su localización exacta responde a unos criterios específicos en la exploración.

28 septiembre 2010

Fascitis plantar

El pie es una de las estructuras anatómicas clave en el futbolista. Cualquier molestia producida por el esfuerzo que implica la alta competición, que afecte a esta zona, condiciona la mecánica y puede provocar otras lesiones en las rodillas, la cadera, etc. Entre los problemas que pueden surgir en la zona, la fascitis plantar es la lesión más frecuente en atletas y futbolistas.

Se produce debido a la sobrecarga del tejido fascial tendinoso que sujeta el pie, y que está localizado en la planta. Debido a su uso forzado o al calzado, puede llegar a irritarse o inflamarse, produciendo un dolor que puede alargarse en la vida del deportista.

La función de la fascia plantar es la de proveer estabilidad y capacidad de absorción de impactos al arco longitudinal del pie. La inflamación de la membrana o aponeurosis que recubre la musculatura de la planta del pie y de su zona insercional en el talón, provocada por las tracciones en cada impacto y en los movimientos de propulsión del pie, es lo que se denomina en medicina deportiva, fascitis plantar.


La actividad de alto rendimiento a la que los deportistas profesionales someten a sus talones, especialmente cuando se corre en terrenos o superficies duras, provocan una continua percusión en la planta de los pies, que producen micro traumatismos, que a su vez son los responsables de una posible inflamación del talón y su consecuente generación de dolor.

En algunos casos, el dolor crónico del talón también puede estar producido porque el denominado espolón calcáneo, que también provoca la inflamación alrededor de las fibras de la fascia, aunque no tiene porqué ser la causa de la fascitis. Entre un 15 y un 25% de la población tiene espolón calcáneo pero no experimenta dolor y, por el contrario, muchos corredores con fascitis, no lo tienen.

Las principales causas de esta lesión son:
• Sobrecarga. Suele ser la más común y está originada por el uso excesivo de la articulación o la repetición de una técnica deportiva desarrollada de forma errónea.
• Cambio de calzado. Es muy común que aparezca un dolor en la fascia plantar al renovar el calzado deportivo.
• Problema óseo. Alguna malformación de tipo óseo puede generar una fascitis plantar.

Cuando se sufre una fascitis plantar los principales síntomas son:
• Dolor. Es lo que más sufre el paciente, y lo primero que nota al realizar cualquier actividad deportiva.
• Hipersensibilidad e hinchazón.
• Calor.
• Enrojecimiento.
• Tensión en la planta del pie.

La prevención de la fascitis plantar es relativamente sencilla: el calentamiento y el estiramiento previo al ejercicio físico es fundamental para evitarla. Antes de cada entrenamiento es recomendable una carrera suave de 5 o 10 minutos. Después es necesario realizar, además de los estiramientos generales, unos específicos de la planta del pie para disminuir la probabilidad de lesiones en la fascia del pie y las estructuras músculo tendinosas.

La elección de la zapatilla adecuada es imprescindible. La zapatilla debe ser confortable, con un tamaño adecuado al pie ya que los pies pueden no ser simétricos. El deportista deberá probarse cada par nuevo de zapatillas aunque sean del mismo modelo que suela utilizar.

23 septiembre 2010

El esguince de tobillo


De las muchas lesiones que puede sufrir un futbolista a lo largo de su carrera deportiva, la que seguramente se repite con más asiduidad es el esguince de tobillo. Se trata de una lesión que, aunque no es de gravedad y se recupera en poco tiempo, se produce con tanta frecuencia que es casi la lesión estrella del fútbol.

El esguince es una distensión, desgarro o rotura de los ligamentos laterales del tobillo que se manifiesta con dolor al apoyar el pie en el suelo y con una inflamación de la zona. En esta articulación, al igual que en la rodilla, existen unas estructuras fibrosas que la dotan de mayor estabilidad en los movimientos laterales. Esas estructuras son los ligamentos, que son como gomas elásticas que cuando el tobillo sufre un gesto brusco se estiran o se rompen.

En el tobillo hay un ligamento lateral interno y otro externo, que es el que sufre el 90% de las lesiones de este tipo. Los mecanismos que originan el esguince son muy variados, aunque casi todos están relacionados con el apoyo del pie en el suelo. La causa más frecuente de lesión suele ser la torcedura de tobillo, que hace que el pie se gire hacia dentro y, por tanto se produzca una distensión del ligamento lateral externo.
Los saltos pueden resultar también crueles para la articulación, sobre todo si se cae en un terrerno irregular o sobre algún compañero, lo que facilita aún más la torcedura.
Otros factores que propician la aparición de este problema son los giros bruscos de dirección y los traumatismos directos, como una patada en la zona.

Cuando se produce un problema de este tipo conviene cesar inmediatamente la actividad, puesto que un esguince mal curado puede ocasionar una inestabilidad permanente de la articulación. Los tiempos de recuperación de los esguinces son breves, aunque deben respetarse para evitar problemas posteriores. Estos periodos de descanso varían entre una y cuatro semanas, dependiendo de la gravedad de la lesión (entre simple distensión y la rotura completa del ligamento).

Para evitar que los esguinces se conviertan en los más duros enemigos del futbolista es necesario recordar algunas normas de prevención que contribuyen a esquivar esta lesión. Una de las mejores formas de evitarla es mantener un buen tono muscular de toda la pierna, sobre todo del tibial posterior y los peroneos (próximos al tobillo), para que los ligamentos encuentren en esos músculos un refuerzo que dificulte su distensión o rotura. Además, hay que llevar a cabo un buen entrenamiento de la movilidad articular y de la flexibilidad de todo el tobillo. Así se consigue una articulación más resistente frente a los factores que producen la lesión.

Un buen calentamiento antes de los entrenamientos y de los partidos ayuda a prevenir la lesión. Si el organismo se prepara para el esfuerzo alcanza una temperatura en la que se trabaja mejor. Si no se calienta no sólo se rinde menos, sino que casi todas las estructuras presentes en el organismo son mucho más frágiles frente a un esfuerzo.

Tanto los profesionales como los aficionados suelen recurrir al vendaje del tobillo o al uso de tobilleras como método de prevención. Así se consigue una mayor estabilidad de la articulación que descienda el riesgo de lesión en un mal apuyo. En ese caso, el vendaje o la tobillera refuerzan el papel de los músculos de la zona.