05 julio 2021

ANÁLISIS EF: La nueva Italia de Mancini

Con una convocatoria plagada de nuevos talentos, acompañados de veteranos como Chiellini, Bonucci o Immobile, entre otros, el equipo de Mancini apuesta por un fútbol bastante diferente al estilo de juego conservador y rácano que históricamente se ha asociado al calcio italiano. Roberto Mancini ha implantado el 4-3-3 en la selección italiana, en busca de un juego combinativo vistoso y eficaz. El 'tiki-taka' ha llegado a la 'azurra', dejando atrás las defensas de cinco y el 'catenaccio'. Mancini ha logrado un fútbol de calidad basado en pases cortos y precisos, con los que dominar al rival a través de la posesión. Italia se ha convertido en la gran defensora de la belleza en el fútbol. Compite como pocas, algo que lleva incrustado de serie en el escudo. Pero ahora, además, es capaz de despertar la admiración de sus antiguos enemigos ante una propuesta vibrante y estética. Defender es ahora un buen recurso, no la razón de ser. Se niega a mirar atrás porque el éxito lo tiene frente a los ojos. Y el balón, durante tantos años un cuerpo extraño, es el gran hilo conductor de su relato. Lejos de la tradición defensiva, Italia ha interiorizado como suya la revisión del estilo que ha liderado Mancini. Ahora suda y juega, indistintamente. Es una selección atractiva, modernista, fogosa, que da valor al grupo y desmenuza los partidos con el balón, sin perder la impronta táctica y la nobleza física de siempre. Presión altísima, movimientos continuos y gran trato de balón. 

Toda Italia es un coro perfecto. Sus líneas se mueven a una, el sistema defensivo resulta asfixiante, todos atacan y todos defienden, no hay veleidades ni endiosamientos. Marca un gol y sigue en busca de otro. Tiene múltiples armas, además, todas ellas extraordinariamente eficientes. Cada país tiene su estilo de juego y el buen hacer defensivo que ha caracterizado históricamente a Italia sigue marcando la diferencia hoy en día. Para ser un buen equipo necesitas alcanzar el equilibrio perfecto entre ataque y defensa. El juego de la 'azzurra' no es más que el reflejo del cambio dado en los últimos años por la Serie A, donde cada vez más equipos apuestan por un fútbol ofensivo. Un guante que ha sabido coger a la perfección el seleccionador transalpino, que llegó al combinado nacional en un momento crítico. En mayo de 2018 Mancini aterrizó en la selección después de que no se consiguiese la clasificación para el Mundial de Rusia 2018, por primera vez en 60 años para la cuatro veces campeona mundial. Ante la necesidad, el ex técnico de Inter, Lazio y Manchester City, entre otros, apostó por una renovación de jugadores que lavaron la cara de la cuatro veces campeona del mundo. "Llamamos a muchos jugadores jóvenes y de talento que considerábamos apropiados para adoptar un estilo de juego diferente, más ofensivo que en el pasado. Es cierto que en el pasado hubo momentos en que el fútbol italiano contaba con más jugadores de clase mundial y gran talento. Al mismo tiempo, una nueva generación de excelentes jugadores está surgiendo en Italia, y estos jóvenes poseen categoría suficiente como para brillar en el panorama internacional y acabar convirtiéndose en una de esas grandes estrellas algún día. Es solo cuestión de tiempo".

El seleccionador italiano ha encajado a la perfección en el papel y ha dado un soplo de aire fresco a la 'Nazionale', con un estilo de juego elegante y limpio. Italia ha cerrado un ciclo, y tiene un gran grupo de futbolistas jóvenes, talentosos y hambrientos, que encajan a la perfección con los más veteranos. Mancini no ha perdido ni un ápice de su nivel, y en tres años ha dirigido 37 partidos, con 28 victorias, siete empates y solo dos derrotas. Con el triunfo ante Bélgica, en los cuartos de final, completaron 32 partidos sin conocer la derrota, superando el registro que tenía la Italia de Vittorio Pozzo, bicampeona en 1934 y 1938. Mancini ha conseguido impregnar a esta Italia de una capa de competitividad. Esta nueva Italia sabe jugar... pero sigue sabiendo sufrir. Va en su ADN. Ni especula ni se espera al último minuto. La Italia de Mancini no juega a eso. Más bien, arranca pisando el acelerador, aturde al rival, lo envuelve y lo asfixia. Una de las cualidades de la 'azzurra' es la gran variedad de jugadores con capacidad para marcar que tiene. En lo que va de Eurocopa seis futbolistas diferentes han visto puerta: Lorenzo Insigne, Ciro Inmobile, Matteo Pesina y Manuel Locatelli, todos ellos con dos, y Federico Chiesa y Nicolò Barella, con uno.

Gianluigi Donnarumma es el titular indiscutible de la portería italiana. Digno sucesor de Buffon, pues con apenas 22 años es todo un veterano que lleva seis temporadas como titular en el AC Milan. Liberado tras salir de San Siro y a punto de fichar por el Paris Saint-Germain, el meta napolitano está exhibiendo al fin su mejor versión y ha dejado durante el torneo algunas de las más bellas paradas, como la realizada a De Bruyne en cuartos de final, repetida cientos de veces por las televisiones de todo el mundo, "fue una composición técnica perfecta", según decía esta semana en la televisión italiana Walter Zenga, el mítico portero del Inter.

La defensa tiene como base a los experimentados Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini, quienes consiguen controlar a los puntas rivales, y lo hacen con la serenidad de dos veteranos curtidos en mil batallas. El sistema de Mancini se apoya en las llegadas constantes de sus carrileros como base de su juego. Di Lorenzo y Spinazzola atacan como aviones la debilidad de las defensas rivales. Ante España no podrá contar con Leonardo Spinazzola por lesión. El lateral de la Roma, unas de las sensaciones de la Eurocopa, sufrió una rotura subcutánea del tendón de Aquiles izquierdo y estará alejado de los terrenos de juego durante varios meses. Así las cosas, todo apunta a que Mancini tendrá que apostar por Emerson (quien ya ocupó el lateral izquierdo en la tercera jornada frente a Gales) para el partido contra los de Luis Enrique, pero la baja de Spinazzola es muy sensible para Italia. Pierden su recorrido, su profundidad y su buen entendimiento con Insigne.

La columna vertebral del centro del campo italiano la forman Jorginho, Verratti y Barella. En el partido frente a Bélgica rozaron la perfección. Completaron, juntos, 200 pases sobre 209 intentos, un 96% de acierto que les convierte en un reloj para marcar los ritmos del equipo de Roberto Mancini. La decisión de Mancini de confirmar a su trío en el centro del campo, pese a que también Manuel Locatelli y Matteo Pessina fueran protagonistas de grandes actuaciones en los últimos encuentros, le dio una vez más la razón y disparó la confianza de un equipo que, tras llegar a la 'final a cuatro' de Wembley, quiere completar el trabajo. Marco Verratti es la gran estrella de esta selección italiana y su brújula dentro del campo. Jorginho es el que más tiempo tiene el balón en sus pies y el que más acciones de disparo genera en la estrategia italiana. También ha destacado Manuel Locatelli, el tapado de esta selección. El capitán del Sassuolo y ex del Milan (prototipo de futbolista italiano a lo Signori, Roberto Baggio o Totti), ha sido una de las revelaciones del fútbol italiano esta temporada y se ha destapado como uno de los mejores jugadores de su selección en lo que va de torneo, lo que ha llamado la atención de los grandes clubes europeos.

El referente en ataque es Ciro Immobile, Bota de Oro en la temporada 2019-20. El veterano punta es el 'capocannoniere' de Italia con 50 goles como internacional, aunque en esta Eurocopa solo ha visto portería ante Turquía y Suiza. Le acompañan Lorenzo Insigne y Domenico Berardi o Federico Chiesa. El pequeño atacante del Napoli ha firmado grandes cifras goleadoras la pasada temporada. Está despuntando en la Eurocopa, donde se ha asentado como uno de los líderes de Italia, sobre todo en el factor ofensivo. En plena madurez personal y futbolística, Mancini le ha entregado las llaves de la selección al número 10 que, pese a haber representado a Italia antes en un Mundial y una Eurocopa, por fin se siente relevante. Berardi es un puñal por la derecha. El del Sassuolo, con 17 tantos esta temporada, se ha metido entre los diez primeros de la tabla de goleadores de la Serie A. En esa posición le ha sustituido Chiesa frente a Gales y Bélgica. El extremo de la Juventus es la ilusión de la afición italiana en esta Eurocopa. El jugador puede actuar por ambos costados del ataque, con su rapidez, técnica, habilidad y hambre. Chiesa ha sido uno de los jugadores más destacados de la 'Vecchia Signora' esta temporada, siendo una de las noticias positivas de los 'bianconeri'.

La 'azzurra' de Mancini es una selección que transmite frescura, dinamismo y creatividad por los cuatro costados. Se trata de una selección que está compitiendo en todos los sentidos (con la pelota y sin ella) potenciando a sus futbolistas a través de una serie de comportamientos y patrones que son aceptados y compartidos por todos sus hombres, del primero al último, y frente a Bélgica demostraron que también saben sufrir ante las grandes. El equipo de Mancini ha logrado un equilibrio casi perfecto entre una defensa sólida, respaldada por un intratable Donnarumma, y un ataque con múltiples opciones, capaz de hacer daño por el centro con Barella e Insigne, o por las bandas, con Chiesa y Spinazzola. Para mí, no ha habido (hasta la fecha) mejor selección con el balón que Italia en esta Eurocopa, es fabuloso ver como progresan los 'azurri' con la pelota, siempre con ideas, movimientos y pizarra amparando el plan. Pero es que cuando la pierden, muerden. La presión tras pérdida es excelente. Y lo mejor de todo es que se ve a los jugadores convencidos con la idea de juego y disfrutándolo. Los revulsivos están a la altura de los titulares. A pesar de las bajas, los onces de Mancini nunca pierden su identidad. Esto es lo que ilusiona: Italia tiene una idea y funciona. Dominan el juego y crean muchas ocasiones, sin correr nunca riesgos. Italia demuestra en cada partido que está para competirle de tú a tú a cualquiera, y aprovecha para mandarle un mensaje claro a España: la selección de Luis Enrique necesitará muchas más cosas de todas las que ha enseñado por ahora para tumbar a una Italia viva, divertida y muy competitiva.

03 julio 2021

Qué fue de... Diego

Fue una de las melenas más carismáticas del fútbol español y toda una leyenda en el Sevilla. Disputó cerca de 450 partidos en primera división a base de coraje, sobriedad y eficacia. Adornos, los menos. Fue uno de esos defensas clásicos de los que ya quedan pocos. Es uno de los jugadores que más partidos ha jugado en la liga española con 449 participaciones y casi 40.000 minutos acumulados.

Diego Rodríguez Fernández nació el 20 de abril 1960 en La Orotava, provincia de Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias (España). Comenzó su carrera en las categorías inferiores del CD Vera del barrio del Puerto de la Cruz, en el norte de la isla de Tenerife. En 1977, con tan solo 17 años, es captado por los ojeadores del CD Tenerife, club con el que da el salto al futbol profesional donde ya da muestras de su implacabilidad como lateral derecho. Debutó con el primer equipo en la temporada 1978-79, cuando jugó dos partidos. Por entonces, el cuadro 'chicharrero' militaba en Segunda B, categoría en la que iría haciendo un sitio durante las tres campañas siguientes. Reconvertido en central, brilló con luz propia en la última de ellas, la 1981-82, en la que fue prácticamente intocable en el once, con 39 actuaciones, y logró un total de seis tantos.

La permanente crisis deportiva y social que a comienzos de los 80 vivía el conjunto 'blanquiazul' hace que fueran varios equipos los que se interesaron por él decantándose por el Real Betis Balompié, conjunto al que fue traspasado en el verano de 1982. Allí debuta en Primera División y juega la Copa de la UEFA, donde el conjunto 'verdiblanco' cae en primera ronda ante el SL Benfica de Sven-Göran Eriksson. Durante seis temporadas se convierte en el líder de la zaga bética, Diego destacaba como un marcador férreo dotado de unas condiciones físicas espectaculares. Junto a los Esnaola, Gordillo, Cardeñosa, Rincón o Calderón, el conjunto de Heliópolis consigue clasificarse para jugar, nuevamente, la Copa de la UEFA en la temporada 1984-85 y ser subcampeón de la Copa de la Liga en la temporada 1985-86, tras caer en la final, a doble partido, contra el FC Barcelona.

En 1988 protagonizó un sonado cambio de aires, al fichar por el Sevilla FC, eterno rival del equipo 'verdiblanco'. "Yo estaba en conversaciones con el Betis para renovar y reconozco que mi agente había hablado con Valencia y Atlético de Madrid. El Sevilla me quería, pero yo no iba a dar ese paso por respeto a la afición bética. Los dirigentes del Betis me citaron para charlar y los noté algo alegres, quizás por lo que habían bebido. Uno de ellos me vaciló y me dijo que no era capaz de firmar por el Sevilla. Al otro día lo hice". El Sevilla, presidido por Luis Cuervas, iniciaba un ambicioso proyecto, con Xabier Azkargorta en el banquillo sevillista y con fichajes de la talla del propio Diego, el portero internacional ruso Rinat Dasaev, que estaba considerado como uno de los mejores porteros del mundo, o el delantero austríaco Anton Polster.

En el conjunto de Nervión, Diego se convierte en uno de los jugadores más carismáticos de la plantilla, además del líder de la defensa 'hispalense' durante ocho temporadas, en las que junto a Prieto, Martagón y Jiménez forma una temible y mítica defensa. En la temporada 1989-90, con Vicente Cantatore en el banquillo, el club consiguió una nueva participación en la Copa de la UEFA. En la temporada 1992-93, tras varios meses de negociaciones, llegó desde el SSC Napoli Diego Armando Maradona, pagando el club 7,5 millones de dólares por su traspaso. Sólo la llegada del astro argentino hace que ceda el brazalete. Sin embargo, el paso por Sevilla de Maradona fue poco feliz, siendo despedido del club, entre otras cosas, por lesiones y problemas con Bilardo. En las temporadas siguientes estuvo como entrenador Luis Aragonés, en una de las cuales el equipo se volvió a clasificar para la Copa de la UEFA (1994-95). Con ello, Diego se aseguró que su última campaña como sevillista la disputase en Europa. Este hecho le permitió tener más presencia en las alineaciones, con un total de 35 partidos, aunque las cosas no fueron ni mucho menos fáciles. La pretemporada estuvo marcada por un descenso administrativo a Segunda B que, al final, no se llevó a cabo, pero que dejó muy tocado el proyecto sevillista, que acabó peleando, por la permanencia.

En 1996, la profunda renovación que se da en la plantilla sevillista, hace que la directiva no le ofrezca la renovación de su contrato pero sí para formar parte del cuerpo técnico, con José Antonio Camacho en el banquillo. Diego, ya con 36 años, se encontraba en plena forma y quería continuar jugando y, aunque se pensó seriamente la oferta sevillista, finalmente decidió marcharse al Albacete Balompié, tras el interés mostrado por el conjunto manchego para que formara parte de su plantilla en la Segunda División. En su primera temporada en tierras manchegas, tiró de experiencia y jerarquía, jugando 34 partidos y marcando dos goles (a SD Eibar y CD Toledo). Con estas credenciales, se ganó la renovación y en su segunda temporada coincide con otros ex sevillistas como Antonio Gómez o Zigor Aranalde. Pero tras una temporada complicada para el club, en la que pasan hasta cuatro entrenadores por el banquillo del Carlos Belmonte, al final de temporada, y con 38 años, se compromete con el Dos Hermanas CF (entonces en la Tercera División). Allí, a las órdenes de un jovencísimo Lucas Alcaraz, acumuló 33 actuaciones y dos dianas que sirvieron, en parte, para certificar el ascenso 'nazareno' a la Segunda B. Este hecho le animó para seguir en activo durante las tres siguientes temporadas, en las que acumuló la nada despreciable cifra de 91 encuentros hasta que se retira en 2002, con 42 años.

Internacional por España, jugó con las selecciones sub-20, sub-21 y sub-23. Con los sub-21 debutó el 24 de febrero de 1982 en el Heliodoro Rodríguez López en el encuentro de ida de los cuartos de final del Europeo de 1982 ante la potente Alemania Federal. "Aquella experiencia fue inolvidable porque pude debutar con la sub-21 en casa delante de toda mi familia y hacerlo con éxito". Curiosamente otro 24 de febrero pero de 1988, Miguel Muñoz lo hace debutar con la selección absoluta en un amistoso contra Checoslovaquia disputado en el estadio de La Rosaleda en Málaga. Diego jugó 45 minutos al sustituir en el descanso, a Julio Alberto. Ese sería su único partido como internacional ya que aunque posteriormente fue incluido por el seleccionador madrileño en la lista definitiva para jugar la Eurocopa de 1988 que se disputó en la República Federal Alemana, no llegó a jugar ningún minuto al tener por delante de él a los Tomás, Andrinua, Sanchís, Camacho o Víctor.

Siendo todavía jugador en activo del Dos Hermanas, la directiva del CF Ciudad de Murcia, de la Segunda División B, le ofreció su banquillo (formando tándem con Yeyo) para la recta final de la campaña 2001-02. Este hecho provocó su retirada de los terrenos de juego y su inminente salto al banquillo del Sánchez Cánovas. Posteriormente se vinculó al Xerez CD como Secretario Técnico, y regresaría a Nervión para trabajar en su cantera, incorporándose como técnico al Sevilla 'C', al que dirigió en la temporada 2008-09, en la que, incluso, dio el salto al Sevilla Atlético, al que no pudo salvar del descenso a Segunda B. Pese a ello, continuó al frente del equipo en la 2009-10, cuando los malos resultados hicieron que Ramón Tejada lo sustituyese al término de la jornada 25. Desde 2014 dirige, junto a Antonio Álvarez, Futbalia, una escuela para jóvenes promesas del balompié.