La historia del fútbol mundial incluye miles de episodios emotivos y conmovedores, pero seguramente ninguno sea tan terrible como el que protagonizaron los jugadores del FC Start. Y es que hoy, 9 de agosto, se cumplen 70 años de un encuentro muy especial que ha pasado a la historia como el 'Partido de la muerte'. Aquel día, un equipo llamado FC Start formado por jugadores del Dinamo y del Lokomotiv, ambos de Kiev, se enfrentaron al Flakelf.
Todo comenzó el 19 de septiembre de 1941, cuando la ciudad de Kiev fue ocupada por el ejército nazi, y las tropas de Hitler arrasaron con todo. La ciudad se convirtió en un infierno controlado por los nazis, y durante los meses siguientes llegaron cientos de prisioneros de guerra, a los que no se permitía trabajar ni vivir en casas, por lo que todos vagaban por las calles, en la más absoluta indigencia. Entre aquellos soldados enfermos y desnutridos, estaba Nikolai Trusevich, quien había sido portero del Dinamo de Kiev.
Josef Kordik, un panadero alemán a quien los nazis no perseguían, precisamente por su origen, era hincha fanático del Dinamo. Un día caminaba por la calle cuando, sorprendido, miró a un pordiosero y de inmediato se dio cuenta de que era su ídolo: el gigante Trusevich. Aunque era ilegal, mediante artimañas, el comerciante alemán engaño a los nazis y contrató al arquero para que trabajara en su panadería. Su afán por ayudarlo fue valorado por el arquero, que agradecía la posibilidad de alimentarse y dormir bajo un techo. Al mismo tiempo, Kordik se emocionaba por haber hecho amistad con la estrella de su equipo.
En la convivencia, las charlas giraban siempre sobre el fútbol y el Dinamo, hasta que el panadero tuvo una idea genial: le encomendó a Trusevich que en lugar de trabajar como él amasando pan, se dedicara a buscar al resto de sus compañeros. No sólo le seguiría pagando, sino que juntos podían salvar a los otros jugadores.
El arquero recorrió lo que quedaba de la ciudad devastada día y noche, y entre heridos y mendigos fue descubriendo, uno a uno, a sus amigos del Dinamo. El primer jugador que Nikolai contactó fue Makar Goncharenko. En las siguientes semanas encontró a Mykola Trusevych, Mikhail Svyridovskiy, Mykola Korotkykh, Oleksiy Klimenko, Fedir Tyutchev, Mikhail Putistin e Ivan Kuzmenko. Además encontró a tres jugadores del Lokomotiv de Kiev (Vladimir Balakin, Vasil Sukharev y Mikhail Melnyk). Kordik les dió trabajo a todos, esforzándose para que no se descubriera la maniobra, y en pocas semanas, la panadería escondía entre sus empleados a un equipo completo.
Reunidos por el panadero, entrenaban en el patio de la panadería ante la asombrosa mirada de su protector. No tardaron en dar el siguiente paso, y decidieron, alentados por Kordik, volver a jugar. Era, además de escapar de los nazis, lo único que podían hacer. Muchos habían perdido a sus familias a manos del ejército alemán, y el fútbol era la última sombra que sobrevivía de sus vidas anteriores.
Como el Dinamo estaba clausurado y prohibido, le dieron a su conjunto un nuevo nombre. Así nació el FC Start, que a través de contactos alemanes comenzó a desafiar a equipos de soldados enemigos y selecciones de la órbita del III Reich. Muchos de ellos tenían afinidades comunistas pues el Dinamo había sido conformado por la Policía Local y el Ejército Rojo, por lo que eligieron para su vestimenta camiseta roja y pantalón blanco. El 7 de junio de 1942, jugaron su primer partido frente al Rukh. Pese a estar hambrientos y haber trabajado toda la noche, vencieron 7-2. Su siguiente rival fue el equipo de una guarnición húngara y le ganaron 6-2. Luego le metieron 11 goles a un equipo rumano. La cosa se puso seria cuando el 17 de julio enfrentaron a un equipo del ejército alemán y lo golearon 6-2. Muchos nazis empezaron a molestarse por la creciente fama de este grupo de empleados de panadería y le buscaron un equipo mejor para terminar con ellos. Llego MSG húngaro con la misión de derrotarlos, pero el FC Start lo aplastó 5-1, y más tarde, ganó 3-2 en la revancha.
El 6 de agosto, convencidos de su superioridad, los alemanes prepararon un equipo con miembros de la Luftwaffe, el Flakelf, un gran equipo, utilizado como instrumento de propaganda alemán. La sorpresa fue mayúscula, sin embargo, porque pese a las patadas de los alemanes, el Start venció 5-1. Tras la escandalosa caída del equipo de Hitler, los alemanes descubrieron la maniobra del panadero. Desde Berlín llego la orden de matarlos a todos, pero los jerarcas nazis no se contentaban con eso. No querían que la última imagen de los rusos fuera una victoria, porque pensaban que matándolos así no harían más que perpetuar la derrota alemana.
La superioridad de la raza aria, en particular en el deporte, era una obsesión para Hitler y los altos mandos. Por esa razón, antes de fusilarlos, querían ganarles en la cancha. Con un clima tremendo, el 9 de agosto se anuncio la revancha, en el repleto estadio Zénit. Se escogió como árbitro a un oficial de las SS, que, como es de imaginar, realizó su cometido de una manera totalmente parcial, dejando hacer todo tipo de juego sucio al conjunto alemán. Incluso entró en el vestuario del Start antes del encuentro y dijo en ruso: "soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto", exigiéndoles que hicieran el saludo nazi.
Los alemanes marcaron el primero gol, pero el Start llego al descanso ganando 2-1. Hubo más visitas al vestuario, esta vez con armas y advertencias claras y concretas: "si ganan, no queda nadie vivo". Los jugadores se plantearon no salir al segundo tiempo, pero pensaron en sus familias, en los crímenes que se cometían, en la gente que en las tribunas gritaba por ellos. Y salieron. Les dieron a los nazis un verdadero baile. Hacia el final del partido, cuando ganaban 5-3, el defensa Klimenko dribló a varios defensas y se quedó mano a mano con el arquero alemán. Lo regateó y al estar solo frente al arco, cuando todos esperaban el gol, se dio vuelta y chutó hacia el centro del campo. Fue un gesto de desprecio, de burla, de superioridad total. El estadio se vino abajo.
Como todo Kiev hablaba de la hazaña, los nazis dejaron que se fueran de la cancha como si nada hubiera ocurrido. Incluso el Start jugó a los pocos días y le ganó al Rukh 8 a 0. Pero el final estaba escrito: tras ese último partido, la Gestapo visitó la panadería. El primero en morir torturado fue Nikolai Kortkykh, a quien los nazis capturaron por espionaje. Los demás arrestados fueron enviados a los campos de concentración de Siretz. Alli mataron brutalmente a Ivan Kuzmenko, Alexei Klimenko y al arquero Trusevich, que murió con su camiseta puesta. Makar Goncharenko y Mikhail Sviridovsky, que no estaban en la panadería, fueron los únicos que sobrevivieron, escondidos, hasta la liberación de Kiev en noviembre de 1943. El resto del equipo fue torturado hasta la muerte.
Todos ellos se convirtieron en héroes para el pueblo ucraniano, y todavía hoy, los poseedores de una entrada para aquel partido tienen derecho a un asiento gratis en el estadio del Dinamo de Kiev. En las escalinatas del club, custodiado en forma permanente, se conserva actualmente un monumento que recuerda a aquellos héroes del Start, los indomables prisioneros de guerra a los que nadie pudo derrotar durante una decena de históricos partidos, entre 1941 y 1942. Los mataron entre torturas y fusilamientos, pero hay un recuerdo que, para los hinchas del Dinamo, vale más que todas las joyas del Kremlin. Allí figuran los nombres de los jugadores y una leyenda: "De la rosa solo nos queda el nombre".
En aquel episodio se inspiraron varias películas como Tercer tiempo (URSS, 1962), Dos medios tiempos en el infierno (Hungría, 1963), El partido de la muerte (URSS, 1964), Los once mortales (Alemania, 2005) y El partido (Rusia-Ucrania, 2012). Además el director John Huston se inspiró en este hecho para hacer la película 'Evasión o victoria' en la que aparecen, entre otros, Pelé, Ardiles o Bobby Moore. Esa película dulcifica la realidad de aquel equipo ucraniano nacido en una panadería y que prefirió ganar aunque en ello les fuera la vida.
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