Hablar del Mundial de México'86 es hablar de 'la mano de Dios', del increible gol de Maradona ante Inglaterra o de Argentina proclamándose campeona del Mundo. Pero también se vivió la historia más negra del fútbol portugués. Conocido como la 'Rebelión de Saltillo', fue el escándalo que envolvió al combinado luso durante la cita mundialista, que hizo que lo deportivo quedase en un segundo plano.
Portugal llevaba 20 años sin disputar un Mundial y la ilusión inundó al pueblo luso. Sin embargo, nada sucedió según lo previsto desde el primer día de concentración en tierras mexicanas. Los portugueses acudieron a México un mes antes del comienzo del Mundial y se hospedaron en el Hotel La Torre de la ciudad de Saltillo, apodado por los portugueses como 'la Fortaleza', debido a la excesiva seguridad con la que contaba.
Antes de abandonar el país, la imagen de varios futbolistas portugueses fue utilizada en diversas campañas publicitarias y varias marcas estaban interesadas en asociarse con 'A Selecção das Quinas', que volvía a ser escaparate a nivel mundial tras varios años en la sombra. Todo iba bien, hasta que llegó la hora de recibir la compensación de estas campañas. La dirección de la Federação Portuguesa de Futebol (FPF), encabezada por Silva Resende, atribuyó un porcentaje ínfimo a los jugadores y él se quedó con casi la totalidad del dinero. Según el presidente, todo se resolvería en México, pero nadie vio a Silva Resende por la Fortaleza, y los 22 jugadores convocados se unieron y se rebelaron contra la FPF negándose a jugar un encuentro de entrenamiento con un equipo en Monterrey.
Las consecuencias de este suceso se hicieron eco a nivel mundial. La prensa cubrió este escándalo y esto propició una imagen bastante negativa de Portugal. Esta lucha llegó incluso a provocar varias discusiones entre los dos partidos políticos más importantes de Portugal: el PSD, que en ese momento lideraba en Portugal encabezado por Cavaco Silva; y el PS, que parecía tener una postura más cercana a los jugadores. Tras varios intentos fallidos de conversar con el máximo dirigente de la FPF, los jugadores, encabezados por el capitán Manuel Bento, entonces portero del SL Benfica, emitieron un comunicado al que asistieron las cadenas más prestigiosas del planeta. Todo el mundo supo entonces la verdadera historia y las cantidades de dinero que recibirían los jugadores, siendo las más bajas de todas las selecciones que participarían en el Mundial: unos 20 euros al día, 500 por partido y 1000 por utilizar diferentes marcas en los entrenamientos, entre ellas Adidas, que había pagado una jugosa cantidad a la FPF por renovar su contrato con el combinado portugués.
Dentro del vestuario y en el círculo que rodeaba a los jugadores, se comenzó a hablar de una posible huelga de entrenamientos e incluso plantarse y no debutar ante Inglaterra el 3 de junio de 1986 en el primer partido del Mundial. Muchos fueron los mensajes que llegaron al equipo desde Portugal, incluso de personajes políticos. Esta presión mediática hizo comprender a los jugadores que el nombre del país estaba en juego y que eso pesaba más que cualquier compensación económica. Los jugadores decidieron centrarse en el Mundial y a su llegada a Portugal continuarían presionando a la Federación para recibir una cantidad justa. Después de tomar esta decisión, los jugadores entrenaban a pecho descubierto o con la camiseta del revés, para esconder las prendas de Adidas, marca de la que apenas recibían beneficios.
A pesar de toda esta polémica que envolvió a la 'Selecção', los hombres de José Torres ganaron el primer partido del grupo F ante la poderosa Inglaterra (1-0). Este comienzo hizo callar muchas bocas, aunque de poco sirvió. En los siguientes partidos, Portugal cayó frente a Polonia (1-0) y Marruecos (3-1), acabando último de grupo y siendo apeados del Mundial. Volvía la polémica, los jugadores regresaban a Portugal con malos resultados, amenaza de huelga y pidiendo más dinero cuando el país estaba en crisis. Los dirigentes, con ganancias en la distribución del dinero, mala organización de la concentración y rechazo de diálogo con los jugadores. Nadie se salvaba y fueron recibidos con pitos, insultos y lanzamientos de objetos en un aeropuerto.
Adidas se quejó de "graves perjuicios materiales y morales" al entender que no se había respetado su contrato con la Federação Portuguesa de Futebol y Silva Resende prometió represalias contra los jugadores. Encargó al abogado Jorge Saraiva la investigación del asunto y rápidamente comenzaron intensos interrogatorios a todos los jugadores, tras los cuales, el máximo dirigente de la FPF decidió suspender de por vida a ocho jugadores, que no volverían a vestir la camiseta portuguesa.
Esto hizo que volviera a aparecer el espíritu solidario en una selección históricamente enfrentada entre los jugadores de Benfica y el Porto. Los jugadores no sancionados convocaron una huelga general. No volverían a jugar con la 'Selecção' mientras no le levantasen el castigo a sus compañeros. José Torres fue sustituido por Rui Seabra con vistas a la Eurocopa de Alemania'88. La clasificación se complicaba tras varias derrotas y las negociaciones entre el sindicato de jugadores y la FPF se intensificaron, hasta que, a finales de septiembre de 1987, hubo un entendimiento entre ambos y el castigo fue levantado. Seabra fue despedido y sustituido por Júlio Cercado Pereira quien comenzó a llamar a varios de estos 'condenados', poniendo fin al caso Saltillo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, y Portugal no se clasificaría otra vez para una competición internacional hasta la Eurocopa de Inglaterra'96.
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