Mañana domingo se determinará al nuevo campeón del 'Viejo Continente'. Portugal y Francia jugarán en Saint-Denis un duelo de alta velocidad y contragolpe, entre la pretensión ofensiva gala y la prioritaria organización lusa. Desde que se conocieron los emparejamientos de semifinales siempre pensé que el ganador del Alemania-Francia iba a ser el favorito en la final de París (sinceramente pensé que pasaría Alemania). Pero la 'Seleção das Quinas' tiene una ocasión única para alzarse con el cetro europeo y seguro que para Francia no será un paseo militar. Los portugueses tendrán además un día más de descanso, algo que puede marcar diferencias.
Ambos conjuntos cuentan, además, con una pieza decisiva en cada uno: Cristiano Ronaldo y Antoine Griezmann. De la inspiración de ambos depende buena parte de la final. Los dos son jugadores decisivos y sus técnicos necesitan la mejor versión de sus estrellas. Su acierto o no en el planteamiento, ya sea de Deschamps, de Santos o de los dos, sin el talento de Cristiano o Griezmann bajan sus posibilidades.
Desde el punto de vista del rival, también habrá una atención imprescindible hacia ambos (aunque no será excesiva). Para Deschamps, cómo contener el tiro, el salto, el cabezazo, el regate y la velocidad de Cristiano. Para Santos, cómo frenar al goleador de la Eurocopa, su inalcanzable carrera, conducción, combinación y definición.
"Portugal siempre tiene un plan de juego", explicó esta semana Fernando Santos, un técnico pragmático con una filosofía clara. Y el plan de Portugal en esta Eurocopa ya está trazado desde el principio. La selección lusa es bastante ordenada defensivamente con sus cuatro defensas (está pendiente de la evolución de Pepe que ya fue baja ante Gales), su acumulación de jugadores en el centro del campo y la rapidez y contundencia de su ataque, con Cristiano y Nani. Pero todo cambia cuando tienen que llevar la manija del juego y buscar huecos ante defensas encerradas, les cuesta una barbaridad. Es por eso que se comporta con entereza contra rivales difíciles, pero sufre contra rivales a priori más flojos que se repliegan en su campo. claro ejemplo es la trayectoria en este torneo del combinado luso, que ha conseguido meterse en la final ganando (en el tiempo reglamentario) tan solo el partido de contra Gales. Tres empates, una prórroga y una tanda de penaltis más tarde, el conjunto luso llegaba a las semifinales contra el equipo comandado por Gareth Bale.
No se prevé nada diferente de Portugal. Ni de Francia, un equipo que no ha brillado completamente. Los 'bleus' tienen entre ceja y ceja su tercer título continental. Hace ya 16 años del segundo y 16 más del primero, así que si siguen este anecdótico patrón conseguirían empatar con Alemania y España como selección con más Eurocopas. Obviamente, es una mera casualidad, pero desde luego el contexto es inmejorable.
La base del ataque de Deschamps es el contraataque, más que nada porque hasta ahora su equipo aún no ha encontrado el juego combinatorio para ser más constantes en el asedio sobre sus adversarios. Lo lidera Griezmann, quien se ha convertido en el verdadero peligro ofensivo de la selección francesa. El atacante del Atlético de Madrid, lleva hasta el momento 6 goles y podría aumentar su cuenta goleadora en la final aunque no parece que pueda alcanzar los 9 goles que marcó Platini en 1984. Con velocidad y espacios es mucho más incisivo, con Payet por un lado, con Sissoko por otro, con Giroud en punta y sujetado por un centro del campo comandado por Pogba. Pero, esta vez, las obligaciones con la pelota, la iniciativa y la responsabilidad de la posesión, al contrario que la semifinal del jueves ante Alemania, serán mayores para Francia, con más dificultad cuando tiene el peso del balón, pero con variantes dependiendo del rival y del encuentro (hasta ahora el técnico francés ha utilizado un 4-3-3, 4-4-2 o 4-2-3-1 según los momentos del partido y del rival).
Hay dos antecedentes entre ambos equipos y seleccionadores en el pasado más reciente, las dos con victoria de Francia. La última, el 4 de septiembre de 2015 en Lisboa, con un gol de Mathieu Valbuena; la primera, el 11 de octubre de 2014, con un 2-1 en Saint-Denis, el mismo escenario de la final de mañana.
Mi pronóstico es que Francia lo tiene todo a su favor. Son los anfitriones, además que cuentan con una aplastante marca histórica entre ambas selecciones (18 victorias, 1 empate y 5 derrotas), y no es casualidad. A Portugal no la considero como una de las potencias europeas (si lo hice en la época de los Figo, Rui Costa, João Pinto, Vítor Baía, Paulo Sousa, Pauleta, Nuno Gomes, Fernando Couto...), hoy compiten pero no al nivel esperado. Nunca han ganado un torneo internacional, en los Mundiales medio incomodan, pero nada más. La única oportunidad de trascender fue en el 2004, cuando llegaron a la final como locales y la perdieron ante la sorprendente Grecia. Francia, por el contrario, tiene un equipo más completo y es mucho más eficaz a la hora del despliegue táctico; tiene muchas más herramientas y mejores argumentos tanto defensivos como ofensivos. Francia no depende de un sólo jugador, y aunque Portugal ha salido adelante con un trabajo colectivo, todavía depende mucho de un Cristiano Ronaldo, que sin estar al 100% es, y seguirá siendo, un jugador clave en el juego de los portugueses. Y es que tanta diferencia existe entre una selección y otra, que si Portugal gana la Eurocopa, sería una hazaña, y un fracaso enorme e histórico para los franceses.
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