Los doce clubes fundadores (Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Manchester City, Manchester United, Arsenal, Chelsea, Tottenham Hotspur, Liverpool, Juventus, Milan e Inter) han decidido firmar por la creación de una Superliga presidida por Florentino Pérez y romper con el teórico equilibrio en las competiciones impuesto por el máximo organismo continental desde hace más de medio siglo.
Entre los disidentes no están ni Bayern de Múnich ni Paris Saint-Germain, ganador y finalista de la última UEFA Champions League. El equipo parisino acaba de eliminar al alemán en la presente edición y es el único semifinalista de la actual temporada que no está en el grupo fundador de la Superliga. Bayern y PSG fueron invitados a formar parte pero lo rechazaron.
Según algunos medios, los accionistas catarís del PSG tacharon de "irrespetuoso" el proyecto de una competición continental de "súper ricos". Puede parecer sorprendente pero conviene no olvidar que Catar organiza el Mundial del próximo año y no quieren más problemas con la FIFA, especialmente después de que el periódico 'The Guardian' revelara que más de 6.500 trabajadores de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han fallecido durante la construcción de las infraestructuras necesarias para albergar la cita mundialista desde que el máximo representante del fútbol intercontinental adjudicara el torneo de 2022 al país del golfo Pérsico.
Las reacciones del mundo del fútbol no se han hecho esperar. Por supuesto Aleksander Ceferin (UEFA) y Gianni Infantino (FIFA) han sido los primeros y más decididos enemigos del proyecto de la Superliga e incluso han lanzado amenazas contra los jugadores que participen en esta competición, pudiendo quedar fuera de las competiciones de selecciones (Eurocopa y Mundial). También las federaciones nacionales, las ligas domésticas y, en muchos casos, los gobiernos europeos no han tardado ni 24 horas en posicionarse en contra. Ligue1, Serie A, Premier League y LaLiga, (por no citar a todas las que se han quedado fuera, representadas en la ECA) verán cómo sus ingresos por derechos de televisión van a caer drásticamente si la idea de estos 12 clubes liderados por Florentino Pérez sale adelante.
Uno de los aspectos más importantes para los clubes 'secesionistas' es el de los beneficios, de hecho solo hablan de dinero y poco de fútbol. Con JP Morgan detrás, asumiendo la financiación del torneo, los ingresos de la Superliga serán muy superiores a los de la actual Champions. Ahora mismo, el campeón de la Liga de Campeones se puede llegar a embolsar una cantidad cercana a los 120 millones de euros. Nada que ver con los 400 millones de euros que podría ingresar el campeón de la Superliga. Un premio con el que los clubes intentarán minimizar el impacto provocado por la pandemia, además de poder disponer de unos presupuestos aún mayores a los actuales.
Lo que no se puede negar es que la UEFA se ha enriquecido gracias a clubes y selecciones mientras los que pagan a los jugadores han ido ingresando menos de lo que creen que merecen. Una UEFA a la que estas grandes entidades, en supuesto riesgo de quiebra, han pedido ayuda tras ser golpeados por la pandemia, por ejemplo flexibilizando el fair-play financiero. La respuesta de Ceferin fue tajante y ahí los grandes decidieron contraatacar, pero presentar un torneo casi cerrado, con 12-15 clubes fijos es una amenaza. Es un proyecto insolidario y choca frontalmente contra el principio de 'mérito deportivo', porque si, por ejemplo, mañana cualquier equipo que no sea Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid ganara LaLiga podría no jugar la Superliga pese a ser el mejor de su campeonato el año anterior. Pero aquí todo el mundo mira por lo suyo.
Por su parte, la UEFA ha confirmado el nuevo formato de la Champions League, que no entraría en vigor hasta la temporada 2024-25 y que tiene cambios profundos en el sistema de competición respecto al actual, ampliando el número de equipos a 36, que seguirían clasificándose con los mismos criterios que hasta la fecha. La tradicional fase de grupos será reemplazada por un formato de liguilla en el que cada equipo disputará 10 partidos. Asimismo, la FIFA tiene pendiente el estreno de su nuevo Mundial de Clubes, aunque debido a la pandemia las fechas no serán las inicialmente programadas, y de momento no se conocen fechas oficiales. Este nuevo formato se disputará cada cuatro años.
Lo que queda claro con todo esto es que el fútbol está enfermo desde hace tiempo. Un fútbol donde cada vez prima más el negocio y los beneficios y menos los valores y el juego en sí. Mundiales asignados mediante sobornos, clubes-estado y oligarcas, un fair-play financiero incapaz, una Champions League cada vez más restrictiva y a medida de los grandes, la Supercopa en Arabia, LaLiga en Miami... el fútbol ya avanzaba hacia un futuro incierto en manos de los de siempre y la Superliga es tan sólo la gota que colma el vaso.
Tanto la FIFA como la UEFA están condenados a entenderse con quienes planean este nuevo torneo insolidario y egoísta. Sin pandemia, quizás la Superliga habría llegado en 10 años como evolución natural de la Champions League, sin embargo, la opinión mayoritaria es que se terminará jugando la Superliga, eso sí, después de alcanzar un acuerdo con la UEFA y de que los clubes 'secesionistas' vuelvan al redil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario