La pretemporada blanca se ha convertido en un juicio trascendental para el incipiente segundo proyecto de Zinedine Zidane en el Real Madrid. El balance arroja, hasta el momento, datos demoledores para el marsellés: una victoria, tres derrotas, 13 goles en contra y cinco lesionados. La realidad del presente 'blanco' refleja la negación del técnico francés a una renovación que aunque él mismo anunció al finalizar la pasada temporada no se ha llegado a ejecutar. Entre Zidane y el club, el Madrid parece empeñado en no dar por terminada la etapa del equipo que aún es conocido por haber conseguido tres Ligas de Campeones seguidas y la revolución de nombres que se antojaba necesaria, que fue exigida por la grada y prometida por el club, parece más lejos que nunca.
Por lo visto en las alineaciones que ha presentado el francés durante la pretemporada, y teniendo en cuenta las decisiones que se han tomado en cuanto a la configuración de la plantilla, ese grupo invariable no solo se ha mantenido, sino que seguirá siendo parte importante del equipo la próxima temporada. Si bien es cierto que ninguno de los fichajes de esta temporada (excepto Hazard) tienen, a priori, el cartel de titulares, los hombres de confianza no han cambiado, su base es la misma y no se ha saltado apenas el guión de un equipo que ya defraudó la pasada campaña.
Cuando el francés abandonó el Real Madrid en junio de 2018, el equipo ya daba señales de desgaste. La Decimotercera cicatrizó algo la herida que se empezaba a vislumbrar, pero era evidente que el equipo llegaba con la lengua fuera tras un lustro histórico, especialmente en Europa. Sin embargo, Zidane tiene la nostalgia propia de los imperios ya caducos, se aferra a las viejas glorias y desprecia a los jóvenes. Datos que vemos claramente si desglosamos los minutos disputados por los jugadores 'blancos' en esta pretemporada. Sólo encontramos un fichaje entre los seis únicos jugadores que superan los 200 minutos en el campo, Hazard (230'). Los otros cinco ya deben sonar entre la afición madridista: Kroos (262'), Sergio Ramos (260'), Modrić (249'), Marcelo (230') y Benzema (230').
El derbi contra el Atlético de Madrid sacó a la luz todas las miserias de un equipo a la deriva. Frente al conjunto del 'Cholo', el resultado no reflejó con exactitud lo que fue el partido, sino que se quedó corto a la hora de ponderar el despropósito del equipo de un Zidane que continúa presentando unas credenciales que no alejan los fantasmas de la temporada pasada. Y es que la salida al campo del conjunto 'blanco' en los tres amistosos de Estados Unidos, y frente al Tottenham Hotspur en la Audi Cup, ha sido de muy baja intensidad, hasta el punto de recibir 9 de los 13 tantos encajados en la primera mitad (el Madrid, de hecho, no ha ido ni un solo minuto por delante del marcador). La sensación de estar varios pasos por detrás físicamente de todos los equipos enfrentados. En todo balón dividido, la pierna rival se adelantaba a la blanca y eso obedece tanto al factor intensidad como al físico. Además, los cambios del francés no han surtido demasiado efecto y en ningún caso han sorprendido o han servido para probar a jugadores en otras posiciones. De permutas en el sistema, nada. Quizá porque todavía faltan llegadas o porque no termina de encontrar la tecla, pero no hay nada de lo que dijo que habría y el Madrid ha dado la imagen de un equipo totalmente perdido, carente de pasión, apático y mediocre.
Zidane habrá apuntado en su cuaderno de deberes, con letras bien grandes, la debilidad de su línea defensiva, incapaz de reaccionar cada vez que un rival merodea el área. El Real Madrid sufre a la hora de bascular hacía atrás (es una realidad pero no sólo atañe a la defensa, si no a todo el equipo) y esto también se demostró ante los 'rojiblancos', que hicieron mucho daño con pases directos a la espalda de los centrales. Con un Sergio Ramos en perfil bajo, un Marcelo lamentable desde el curso pasado, la salida de Reguilón (con la que buena parte de la afición no está de acuerdo en función del rendimiento que dio durante la pasada campaña), la lesión de Ferland Mendy (que estará en torno a un mes de baja), y sin que se haya producido el estreno de Militão (se acaba de unir al equipo), la defensa sobre la que trabaja Zidane de cara al inicio de curso en agosto sigue siendo la misma que encajó 46 goles en liga la pasada temporada, la segunda cifra más alta en la última década, solo por detrás de los 52 encajados en la 2008-09.
Tampoco se ha modificado la silueta del centro del campo, en la que no se ha incorporado ningún jugador del corte de los Kovačić, Marcos Llorente o Dani Ceballos, todos ellos ya fuera del club. Los problemas en el centro del campo se han vuelto a evidenciar y es necesaria la presencia de un centrocampista físico con capacidad para abarcar campo. Con Casemiro de vacaciones por su participación en la Copa América, Kroos volvió a ejercer de sustituto del brasileño, una tarea en la que ya se desempeñó el curso pasado y evidenció carencias. Junto al medio alemán, mantiene su condición de intocable un Modrić que sigue sumido en la indefinición, aún sin la excusa de la sobrecarga física; e Isco, que aunque ha resultado irrelevante en la mayoría de sus apariciones, mantiene el 'cariño' del técnico francés.
La única línea que se ha visto ligeramente renovada ha sido la del ataque madridista. Con la gravísima lesión de Asensio, la más que probable salida de Bale y la llegada de Hazard, Rodrygo y Jović, al margen del belga ninguno de los otros dos, especialmente el serbio, ha presentado credenciales suficientes para asaltar la titularidad. Los 60 millones de euros invertidos en él solo han desfilado por el campo durante 90 escasos minutos, y en ellos no ha demostrado argumento alguno para comprometer la titularidad de Benzema.
A pesar de todo, el tono de Zidane en sus comparecencias públicas ha sido plano. No ha variado. Ni se ha autocriticado por la mala imagen del equipo, ni ha elevado la voz ante la actitud de su plantilla, ni ha exigido a la directiva más incorporaciones. Ha lanzado un discurso plagado de excusas y valores que nada tienen que ver con el Real Madrid y la imagen que proyecta ante una afición a estas alturas ya pesimista no es la más adecuada para pensar en una reacción.
La única bala que le queda a Zidane para aportar algo de vida a su nuevo proyecto es el fichaje de Pogba. Una llegada que, por otro lado, se complica y desmitifica el pensamiento que existía en las altas esferas madridistas de que, con el francés en el banquillo, el proyecto 'blanco' es mas atractivo. El jugador del United, a parte de aumentar la calidad de la plantilla, ofrece una serie de condiciones que, en estas primeras pruebas veraniegas se han echado en falta. Sobre todo el físico pues Pogba es un 'todocampista' que participa tanto en la defensa como en el ataque, donde ha demostrado su gran llegada aportando goles y asistencias
Estamos a finales de julio y el madridismo percibe un extraño aroma que no invita al positivismo. Está cansado de escuchar promesas, sin pruebas tangibles de que se dan pasos por el camino adecuado y ve como de seguir así se avecina otro año en el que en el mes de diciembre se estará fuera de la lucha por LaLiga y sin entrenador; y en febrero fuera de la Liga de Campeones... y mientras Florentino prometiendo la 'enésima' revolución para la siguiente temporada, o para cuando se deje de pagar la absurda remodelación del Santiago Bernabéu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario