Últimamente es demasiado frecuente escuchar a los periodistas y comentaristas deportivos lamentarse por la baja afluencia de público a los estadios. Está claro que en ciertos campos y en enfrentamientos concretos los campos rebosan, pero una temporada es demasiado larga y junto a los 19 partidos de liga, se deben sumar los que cualquier equipo logre disputar en la Copa del Rey y, si es el caso, al menos los tres enfrentamientos de Champions o Europa League que garantizan ingresos millonarios. Si en competiciones como la Premier League o la Bundesliga los campos se llenan sistemáticamente, con dificultades reales para hacerse con una localidad si uno desea acudir a un partido de estas competiciones ¿dónde está el problema?
Pues es fácil, mientras en la Premier League, una vez realizado el sorteo de la competición, ya se puede conocer al dedillo la hora a la que se celebrará el partido y la cadena de televisión que lo retransmitirá, en la Liga BBVA todo queda reducido a saber que en ese fin de semana habrá un enfrentamiento: un sábado, un domingo o un lunes, y además lo del horario sólo se conoce unos 10 días antes.
Los horarios de la LFP son totalmente infumables. Dado que el negocio se ha transferido a las televisiones y son éstas las dueñas de la competición, eligen horarios para que en cada franja de dos horas sólo exista un partido o dos a lo sumo, por lo que no hay franjas comercialmente hábiles para tanto partido. Si tienes que ir un domingo o un lunes a las 21:30 horas al campo y al día siguiente levantarte a las 06:30, ese es tu problema no el de la LFP.
Luego está el tema de los precios de las entradas, y es que es más barato ver un Liverpool-Manchester United, encuentro de enormes consideraciones históricas y de tradición reconocida, que un Barça-Granada, un Real Madrid-Deportivo o un Espanyol-Athletic. Es un dato que no admite interpretaciones, ni dobles lecturas, y más teniendo en cuenta que la situación económica española es bastante peor que la inglesa. Además, los precios medios para ver a los grandes equipos alemanes, como el Bayern Múnich o el Borussia Dortmund, son mucho más económicos que para acudir a un encuentro cualquiera de los mejores conjuntos de la llamada 'Liga de las estrellas', cuando todo el mundo sabe que en Alemania el poder adquisitivo, y más actualmente, es mayor que en nuestro país.
Son unos precios muy por encima de la mala situación económica que se vive en España y que no alientan la presencia de espectadores en los estadios. En la Bundesliga existe una excelente organización, partidos que, si son en sábado o domingo, como muy tarde empiezan a las 17:30 horas, buenos precios y grandes facilidades en el transporte para los aficionados. La temporada pasada la media de precios en Alemania fue de 22 euros, una cifra bien asequible para todo tipo de bolsillos. No es de extrañar que la Bundesliga sea el torneo de Europa con más seguidores por partido, con unos porcentajes sólo equiparables a la NFL de fútbol americano.
Y cuando se les ocurre subir un poco el precio de las entradas se producen hechos como el que aconteció la pasada campaña en Dortmund cuando los aficionados del conjunto amarillo y del Hamburgo se manifestaron contra el elevado coste del partido entre el equipo hanseático y el Borussia (las entradas oscilaban entre los 36 y los 84 euros). Curiosamente, por las misma fechas se jugaba un Madrid-Barça de la Copa del Rey que costaba entre 55 y 135 o un Milan-Inter, por el que había que abonar entre 50 y 150 euros.
En resumen, cuando vean las gradas medio vacías y tanto locutores como directivos se echen las manos a la cabeza por el poco apoyo del público para con su equipo, que se tomen unos minutos para reflexionar si deben seguir llevando sus 'negocios' de un modo tan frívolo en el que sólo impera esa mezcla de codicia, ambición y arrogancia.
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