En 1998 Francia logró conquistar el Mundial del que fueron organizadores. Dos años después completaban un doblete histórico, esta vez en la Eurocopa, donde un 'gol de oro' de Trezeguet daba el título a los 'Bleus'. El mundo futbolístico comenzaba entonces a analizar las claves de aquella selección y la conclusión final puede resumirse en la excelente política de cantera forjada en las últimas décadas con la creación de 11 centros de tecnificación a lo largo de la geografía francesa, siendo el más destacado el de Clairefontaine.
El Centre Techique National Fernand-Sartre, se encuentra en el pequeño pueblo de Clairefontaine-en-Yvelines, a unos 50 kilómetros de Paris. Es el Cuartel General de la Fédération Française de Football y uno de los más importantes centros de formación del país ya que acoge a todas las jóvenes promesas que destacan en la capital francesa y sus alrededores. Desde su apertura se ha convertido en un punto de referencia del fútbol de cantera en el mundo. Como comentó una vez el ex seleccionador sueco de la selección inglesa Sven Goran Eriksson: "Si Inglaterra hubiera contado en las últimas décadas con un espacio equivalente para las nuevas joyas de las Islas, probablemente los británicos hubieran logrado algún gran título".
La iniciativa de esta ciudad deportiva nació en 1976 cuando el presidente de la FFF, Fernand Sastre, concibió un proyecto global donde tendría cabida el fútbol profesional, y donde poder educar a los más pequeños en una escuela de fútbol donde se pulieran los diamantes en bruto del país. Los plazos se alargaron y no fue hasta una década después, en 1988, cuando François Mitterrand, Presidente de la República Francesa, inauguraba por fin el centro, renombrado en el año 2000 como 'Centre Techique National Fernand-Sartre' en honor al presidente de la FFF entre 1972 y 1984, que concibió la idea y falleció en junio de 1998. Lo más importante, quizás, no son las excelentes instalaciones de la selección absoluta o el hecho de que todas las selecciones inferiores posean un lugar de concentración y entrenamiento único, sino la increíble infraestructura que disponen los menores que ingresan en el centro con sólo 13 años. Jugadores, la mayoría procedentes de las colonias, que desarrollan su vida en Clairefontaine con propios centros de educación de formación ajena al fútbol y un seguimiento personal que va muchos más lejos de su vida deportiva.
De Clairefontaine han salido algunos de los mejores jugadores franceses de los últimos años y casi la totalidad de los chavales que pasan por el centro integran las selecciones inferiores de Francia. No es casualidad, es la base de un trabajo bien hecho donde la seriedad es una de las claves, con normas que ayudan al crecimiento deportivo y humano como: nada de periodistas en las instalaciones, nada de contratos de publicidad hasta los 18 años o sanciones deportivas si los resultados académicos no son buenos.
La innovadora idea ha llegado ya a otros países como Italia y España que ya están proyectando la construcción de centros parecidos. Mientras tanto la maquinaria de Clairefontaine no descansa y la nueva generación ya ha dado el salto a las grandes ligas europeas: Gabriel Obertan, Abou Diaby y Hatem Ben Arfa son los principales estandartes de esta hornada que espera lograr los mismos éxitos que sus predecesores. Para ello esperan hacer uso de cada charla, de cada experiencia y de cada segundo vivido en un paraíso futbolístico de 56 hectáreas en el corazón del bosque Rambouillet. En el centro las promesas francesas salen del cascarón para convertirse en verdaderas estrellas con la intención de llevar a lo más alto a su país como ya lograron en aquel verano del 98.
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