Hubo un tiempo en el que el Calcio fue el ejemplo del fútbol total. Un día no muy lejano en el que cualquier atisbo del 'catenaccio' se alejaba radicalmente de la liga italiana. Un equipo al norte de Italia combatía la época de decadencia con un juego alegre y atrevido. Pero esa batalla llena de entusiasmo y felicidad se convirtió en una derrota desdichada y trágica.
Con el inicio de la década de los 40, el fútbol en Italia está íntimamente ligado al nombre de un equipo: el Torino AC. Tras su primer scudetto en la temporada 1928-29, han de pasar cerca de 13 años para que el equipo turinés reviva viejos laureles perdidos. Será precisamente de la mano de su nuevo presidente, Ferrucio Novo, el cual decide que era hora de armar un equipo potente, tras una década, la de los 30, en la que el cuadro 'granota' se instauró de forma cómoda en la Serie A italiana. Ese salto de calidad se dio tras los acertados fichajes de Valentino Mazzola y Ezio Loik (ambos fichados al Venezia), los cuales permitieron alzar a los 'toro', su segundo scudetto en la temporada 1942-43, temporada en la que consiguieron un histórico doblete ya que también ganaron la Copa de Italia. El Torino a estas alturas ya era considerado como el equipo más fuerte del país transalpino, aunque la aparición en escena de la II Guerra Mundial, truncó en gran medida la posibilidad de alzar más títulos, eso sí, por ahora...
La Guerra detiene la liga italiana hasta la temporada 1945-46, en la que el Torino pasaría a ser reconocido y apodado como 'il Grande Toro'. Manteniendo el bloque que ya le había hecho campeón antes de empezar la guerra, el Torino consigue 4 Ligas de forma consecutiva (junto con la de antes de la guerra, 5), desde la 1945-46, hasta la 1948-49. Tal era la magnitud del Torino de aquella época, que su fama a nivel mundial creció de forma espectácular, y sus jugadores eran reconocidos y admirados.
Aquel equipo, entrenado por Egri Erbstein, jugaba con tres defensas y practicaba un fútbol eminentemente ofensivo y arriesgado en el que sobresalía su capitán, Valentino Mazzola, por encima de todos. Se mantuvo invicto en su estadio (el viejo Stadio Filadelfia) durante 93 partidos y conquistó cinco 'Scudettos' de manera consecutiva. Llegó a golear al Milan (10-0) en una temporada, la 1948-49, en la que las cifras muestran con nitidez el dominio que el Torino ejercía por aquel entonces: 125 goles a favor y 33 en contra con 16 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
Una hegemonía que llegó hasta ese 4 de mayo de 1949. La fama que se ganaron a base de triunfos provocó que el equipo viajase a jugar amistosos en otros países, por suculentos contratos económicos. Uno de sus viajes llevó a la escuadra turinesa a la ciudad de Lisboa. Allí disputarían un partido contra el Benfica, con motivo de la retirada del gran capitán lisboeta, José Ferreira, amigo personal de Mazzola.
Pasadas las 5 de la tarde sonó el pitido final sin que este equipo de leyenda pudiera tener la más mínima opción de ganar. Sus ilusiones, esperanzas o ambiciones murieron cuando aquel avión trimotor de las aerolíneas italianas, Fiat G212CP, se estrelló contra la cúpula de la Basílica de Superga, a 20 kilómetros de Turín. Tras la pertinente investigación, las autoridades italianas concluyeron que las causas del accidente habían sido las nubes bajas, falta de ayuda desde la radio y un error de navegación, como principales factores que contribuyeron de forma fatal al accidente. En el desastre fallecieron todos los pasajeros. 33 personas entre las que se encontraban los dieciocho futbolistas de aquél mágico Torino. Un fuerte temporal y una espesa niebla les tenían guardado un inesperado aterrizaje a su regreso.
Nadie sobrevivió al impacto. Nadie salvo dos futbolistas que, por distintas razones, no subieron a ese maldito avión. El mítico Ladislao Kubala fue uno de ellos. El futbolista húngaro que más tarde se convertiría en una estrella mundial había sido invitado como estrella mediática al evento. Kubala tuvo que quedarse en Lisboa, junto a su mujer, porque su hijo había enfermado. Los 3 deberían haber volado en el avión que les llevaría a Italia, ya que por aquel entonces, Kubala jugaba en el Pro Patria italiano.
El otro superviviente de aquella plantilla fue Sauro Tomá, un lateral izquierdo procedente del modesto La Spezia que acababa de fichar por el Torino con 23 años. "El co-entrenador, Leslie Lievesley nos había dicho a Valentino Mazzola y a mí que nos cuidáramos de las lesiones antes de viajar. Mazzola no estaba bien del todo, pero podía jugar y viajó. Yo tenía problemas en la rodilla y el entrenador me aconsejó que me quedara en casa. Me sentí el hombre más desdichado de Turín. Todo el Torino viajó a Lisboa, y yo me quedé en casa, lesionado". Son palabras de aquel joven futbolista que sería ya recordado como el defensa más afortunado del mundo.
Son muchos los que apuntan que si la historia de aquel equipo no hubiera terminado de manera repentina hoy quizá no existiera el 'catenaccio'. Puede que tampoco la Juve fuera el peso pesado que es actualmente en el Calcio. Pero si el Torino se quedó tocado anímica y deportivamente, no menos duro resultó para el combinado nacional. En un equipo dirigido por Vittorio Pozzo, la plantilla del Toro monopolizaba las alineaciones del combinado nacional. El puesto de portero era el único que se libraba de ese acaparamiento turinés.
Con el desastre, en el que el propio Vittorio Pozzo tuvo que reconocer los cuerpos de los futbolistas, terminó una floreciente etapa del fútbol italiano. Más de 500.000 personas acompañaron al Torino en su adiós. En el mismo orden en el que salían al campo fueron anunciados los ataudes a la entrada de la Catedral de Turín. Cuando entró Mazzola el silencio se apoderó de Turín, de Italia y del mundo del fútbol. El gran Torino, lamentablemente, nos había dejado para siempre.
En el momento del accidente, el Torino era líder de la Serie A, con tan solo 4 partidos por disputarse para acabar la Liga. Así, el club siguió jugando con el equipo de los reservas y algunos juveniles de las categorías inferiores. En señal de luto y respeto, sus contrincantes en estos partidos (Genova, Palermo, Sampdoria y Fiorentina), también jugaron con sus equipos reservas repletos de juveniles. Finalmente, en un acto de justicia, el Calcio le otorgó aquel campeonato al Torino.
A partir de ahí, comenzó su declive y el ascenso de la Juventus, que fue comprada por Gianni Agnelli. Nunca volvió a ser el Gran Torino, pero aún pervive en la memoria de todos.
Con el inicio de la década de los 40, el fútbol en Italia está íntimamente ligado al nombre de un equipo: el Torino AC. Tras su primer scudetto en la temporada 1928-29, han de pasar cerca de 13 años para que el equipo turinés reviva viejos laureles perdidos. Será precisamente de la mano de su nuevo presidente, Ferrucio Novo, el cual decide que era hora de armar un equipo potente, tras una década, la de los 30, en la que el cuadro 'granota' se instauró de forma cómoda en la Serie A italiana. Ese salto de calidad se dio tras los acertados fichajes de Valentino Mazzola y Ezio Loik (ambos fichados al Venezia), los cuales permitieron alzar a los 'toro', su segundo scudetto en la temporada 1942-43, temporada en la que consiguieron un histórico doblete ya que también ganaron la Copa de Italia. El Torino a estas alturas ya era considerado como el equipo más fuerte del país transalpino, aunque la aparición en escena de la II Guerra Mundial, truncó en gran medida la posibilidad de alzar más títulos, eso sí, por ahora...
La Guerra detiene la liga italiana hasta la temporada 1945-46, en la que el Torino pasaría a ser reconocido y apodado como 'il Grande Toro'. Manteniendo el bloque que ya le había hecho campeón antes de empezar la guerra, el Torino consigue 4 Ligas de forma consecutiva (junto con la de antes de la guerra, 5), desde la 1945-46, hasta la 1948-49. Tal era la magnitud del Torino de aquella época, que su fama a nivel mundial creció de forma espectácular, y sus jugadores eran reconocidos y admirados.
Aquel equipo, entrenado por Egri Erbstein, jugaba con tres defensas y practicaba un fútbol eminentemente ofensivo y arriesgado en el que sobresalía su capitán, Valentino Mazzola, por encima de todos. Se mantuvo invicto en su estadio (el viejo Stadio Filadelfia) durante 93 partidos y conquistó cinco 'Scudettos' de manera consecutiva. Llegó a golear al Milan (10-0) en una temporada, la 1948-49, en la que las cifras muestran con nitidez el dominio que el Torino ejercía por aquel entonces: 125 goles a favor y 33 en contra con 16 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
Una hegemonía que llegó hasta ese 4 de mayo de 1949. La fama que se ganaron a base de triunfos provocó que el equipo viajase a jugar amistosos en otros países, por suculentos contratos económicos. Uno de sus viajes llevó a la escuadra turinesa a la ciudad de Lisboa. Allí disputarían un partido contra el Benfica, con motivo de la retirada del gran capitán lisboeta, José Ferreira, amigo personal de Mazzola.
Pasadas las 5 de la tarde sonó el pitido final sin que este equipo de leyenda pudiera tener la más mínima opción de ganar. Sus ilusiones, esperanzas o ambiciones murieron cuando aquel avión trimotor de las aerolíneas italianas, Fiat G212CP, se estrelló contra la cúpula de la Basílica de Superga, a 20 kilómetros de Turín. Tras la pertinente investigación, las autoridades italianas concluyeron que las causas del accidente habían sido las nubes bajas, falta de ayuda desde la radio y un error de navegación, como principales factores que contribuyeron de forma fatal al accidente. En el desastre fallecieron todos los pasajeros. 33 personas entre las que se encontraban los dieciocho futbolistas de aquél mágico Torino. Un fuerte temporal y una espesa niebla les tenían guardado un inesperado aterrizaje a su regreso.
Nadie sobrevivió al impacto. Nadie salvo dos futbolistas que, por distintas razones, no subieron a ese maldito avión. El mítico Ladislao Kubala fue uno de ellos. El futbolista húngaro que más tarde se convertiría en una estrella mundial había sido invitado como estrella mediática al evento. Kubala tuvo que quedarse en Lisboa, junto a su mujer, porque su hijo había enfermado. Los 3 deberían haber volado en el avión que les llevaría a Italia, ya que por aquel entonces, Kubala jugaba en el Pro Patria italiano.
El otro superviviente de aquella plantilla fue Sauro Tomá, un lateral izquierdo procedente del modesto La Spezia que acababa de fichar por el Torino con 23 años. "El co-entrenador, Leslie Lievesley nos había dicho a Valentino Mazzola y a mí que nos cuidáramos de las lesiones antes de viajar. Mazzola no estaba bien del todo, pero podía jugar y viajó. Yo tenía problemas en la rodilla y el entrenador me aconsejó que me quedara en casa. Me sentí el hombre más desdichado de Turín. Todo el Torino viajó a Lisboa, y yo me quedé en casa, lesionado". Son palabras de aquel joven futbolista que sería ya recordado como el defensa más afortunado del mundo.
Son muchos los que apuntan que si la historia de aquel equipo no hubiera terminado de manera repentina hoy quizá no existiera el 'catenaccio'. Puede que tampoco la Juve fuera el peso pesado que es actualmente en el Calcio. Pero si el Torino se quedó tocado anímica y deportivamente, no menos duro resultó para el combinado nacional. En un equipo dirigido por Vittorio Pozzo, la plantilla del Toro monopolizaba las alineaciones del combinado nacional. El puesto de portero era el único que se libraba de ese acaparamiento turinés.
Con el desastre, en el que el propio Vittorio Pozzo tuvo que reconocer los cuerpos de los futbolistas, terminó una floreciente etapa del fútbol italiano. Más de 500.000 personas acompañaron al Torino en su adiós. En el mismo orden en el que salían al campo fueron anunciados los ataudes a la entrada de la Catedral de Turín. Cuando entró Mazzola el silencio se apoderó de Turín, de Italia y del mundo del fútbol. El gran Torino, lamentablemente, nos había dejado para siempre.
En el momento del accidente, el Torino era líder de la Serie A, con tan solo 4 partidos por disputarse para acabar la Liga. Así, el club siguió jugando con el equipo de los reservas y algunos juveniles de las categorías inferiores. En señal de luto y respeto, sus contrincantes en estos partidos (Genova, Palermo, Sampdoria y Fiorentina), también jugaron con sus equipos reservas repletos de juveniles. Finalmente, en un acto de justicia, el Calcio le otorgó aquel campeonato al Torino.
A partir de ahí, comenzó su declive y el ascenso de la Juventus, que fue comprada por Gianni Agnelli. Nunca volvió a ser el Gran Torino, pero aún pervive en la memoria de todos.
Soy un amante del fútbol italiano y siempre leo sobre equipos míticos.
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