Tiempos de cambio a la orilla del Mersey. En tan solo ocho meses se han vivido dos relevos en el banquillo, la fuga del delantero estrella, la llegada de un crack con renombre mundial pero aún por probar en Inglaterra, y la de un goleador que es todo lo contrario, alguien con fama en las islas pero que no ha logrado trascender fuera de ellas. Una realidad difícil de digerir, y es que a principios de febrero los objetivos del club con más historia de Inglaterra se reducen a intentar ganar la Europa League y a perseguir la sexta plaza del campeonato liguero, muy poco para la legendaria tradición de un club que se acostumbró durante años a no tener a nadie por delante. Por ello es momento de analizar el presente y el futuro del grandioso Liverpool.
Roy Hodgson, el hombre que afrontó el difícil reto de asumir el cargo de entrenador en Anfield después del cese de Rafa Benítez, duró solo medio año. Tras 21 jornadas de liga había sumado 25 puntos y se encontraba más cerca del descenso que de posiciones europeas. Una clara derrota por 3-1 ante el Blackburn lo condenó y el club se dejó de experimentos, apostó por un valor seguro, alguien que si iba a tener (gracias a su pasado de leyenda 'red') el apoyo de la afición. Kenny Dalglish, el último entrenador que fue campeón de liga con el Liverpool, asumió el cargo tras una década sin dirigir. Aunque sus dos primeros partidos acabaron en derrota y solo pudo empatar en el derby ante el Everton en casa, posteriormente ha encadenado una racha de cuatro triunfos consecutivos y se ha situado a tiro de la zona de acceso a la Europa League.
Se empieza a hablar de reacción y pienso que la mejoría tiene más que ver con el impulso anímico de la llegada de Dalglish que con sus modificaciones tácticas, aunque también creo que ahora el Liverpool está mejor tácticamente que lo estaba con Hodgson. Si bien es cierto que el objetivo inicial era traer a alguien que conectara con los futbolistas y con la grada. Y es que Dalglish ha hecho mucho hincapié en cuestiones que tienen que ver con la identificación de la gente con el equipo. Dos chicos de la cantera como Martin Kelly o Jay Spearing salieron como titulares en el derby ante el Everton, en una decisión que se interpretó como un movimiento para conseguir una mayor conexión entre la grada y el campo.
Aunque Dalglish también ha introducido maniobras tácticas, la más notable cambiar la posición de Raul Meireles, que con Hodgson actuaba normalmente escorado a la banda. Ahora juega más centrado, más cerca de la portería y su mejoría es una evidencia. El portugués, que no había marcado ni un solo gol con el anterior entrenador, ha anotado ya cuatro en las pocas semanas que lleva dirigiendo el veterano técnico escocés. La otra modificación se ha producido en la defensa, una línea criticadísima con Roy Hodgson. Ante el rendimiento mediocre de Paul Konchesky en el lateral izquierdo, Dalglish apostó por una decisión arriesgada, cambiar de banda a Glen Johnson y dar la titularidad en la derecha al joven Martin Nelly. Aunque esa decisión no me acaba de convencer, lo que si está siendo respaldado por el entorno es la apuesta por una pareja de centrales formada por Martin Skrtel y Danny Agger, probablemente la más fiable que se puede formar con la plantilla actual.
Más allá de los resultados, lo que más convence a la hinchada es el amor por el club que trasmite Kenny Dalglish, su reacción tras la marcha de Fernando Torres fue especialmente emocionante, fueron las palabras de alguien que entiende a la perfección la dimensión de una entidad tan histórica: "Lo más importante que hay que recordar, y puede que a algunos se les haya olvidado, es que este club está por encima de cualquier persona. Yo nunca lo olvidaré, y la persona que lo olvide, será una persona irresponsable y estúpida. Da igual quien sea, quien haya pasado antes o quien pasará en el futuro. El club es el club". Así que muchos empiezan a preguntarse si lo que pareció una solución de emergencia no podría tener continuidad en el futuro. El club esta contemplando la posibilidad de que Kenny Dalglish continúe después del verano si realmente sale bien la cosa, aunque es cierto que en un principio la idea básica era buscar una persona dentro del club que se pudiera hacer cargo del primer equipo inmediatamente y que estuviera tan solo seis meses.
Pero los cambios no solo han afectado al banquillo, la marcha de Ryan Babbel, que ha decepcionado a la hinchada 'red' y sobre todo la de Fernando Torres, que no creyó en las posibilidades (a medio plazo) de competir por títulos, propició una reacción de frustración en una hinchada que lo había convertido en ídolo, casi a la altura del símbolo local Steven Gerrard. Pero el dinero recibido se gastó no solo en un reemplazo, sino en dos. El Liverpool cambiaba a su delantero estrella por dos atacantes de muy buen nivel y perfectamente complementarios, Luis Suárez (del que conocemos su capacidad goleadora con el Ajax) y Andy Carroll (que es una inversión de futuro, pues tan solo lleva 11 goles en la Premier, y no tiene mucha experiencia), por lo que tras el cierre del mercado de invierno no quedaba claro si había salido perdiendo o ganando después de tantos movimientos.
En lo táctico no debería haber muchas modificaciones, lo más lógico es pensar en un sistema con tres centrocampistas, Suárez y Kuyt tirados a los costados y Carroll como delantero centro. La única duda que se plantea es si la presencia de un 'nueve' tan identificado con el juego aéreo puede representar una tentación para buscarlo con demasiada frecuencia. Obviamente el tener un jugador así en la plantilla te permite usar el recurso del balón largo, aunque yo, personalmente, creo que el Liverpool no va a abusar de ello, simplemente no es su estilo. Es cierto que va a permitir más llegadas por las bandas y el remate de cabeza es otra opción, pero no creo que se use reiteradamente.
Lo que está claro es que ha empezado una nueva era en Anfield, y aunque esta temporada pelear por los títulos más prestigiosos ya resulta imposible, la ambición de volver a hacerlo cuando empiece la nueva campaña reaparecerá con la ilusión renovada que solo pueden garantizar las entidades sustentadas por unos antecedentes gloriosos.
Roy Hodgson, el hombre que afrontó el difícil reto de asumir el cargo de entrenador en Anfield después del cese de Rafa Benítez, duró solo medio año. Tras 21 jornadas de liga había sumado 25 puntos y se encontraba más cerca del descenso que de posiciones europeas. Una clara derrota por 3-1 ante el Blackburn lo condenó y el club se dejó de experimentos, apostó por un valor seguro, alguien que si iba a tener (gracias a su pasado de leyenda 'red') el apoyo de la afición. Kenny Dalglish, el último entrenador que fue campeón de liga con el Liverpool, asumió el cargo tras una década sin dirigir. Aunque sus dos primeros partidos acabaron en derrota y solo pudo empatar en el derby ante el Everton en casa, posteriormente ha encadenado una racha de cuatro triunfos consecutivos y se ha situado a tiro de la zona de acceso a la Europa League.
Se empieza a hablar de reacción y pienso que la mejoría tiene más que ver con el impulso anímico de la llegada de Dalglish que con sus modificaciones tácticas, aunque también creo que ahora el Liverpool está mejor tácticamente que lo estaba con Hodgson. Si bien es cierto que el objetivo inicial era traer a alguien que conectara con los futbolistas y con la grada. Y es que Dalglish ha hecho mucho hincapié en cuestiones que tienen que ver con la identificación de la gente con el equipo. Dos chicos de la cantera como Martin Kelly o Jay Spearing salieron como titulares en el derby ante el Everton, en una decisión que se interpretó como un movimiento para conseguir una mayor conexión entre la grada y el campo.
Aunque Dalglish también ha introducido maniobras tácticas, la más notable cambiar la posición de Raul Meireles, que con Hodgson actuaba normalmente escorado a la banda. Ahora juega más centrado, más cerca de la portería y su mejoría es una evidencia. El portugués, que no había marcado ni un solo gol con el anterior entrenador, ha anotado ya cuatro en las pocas semanas que lleva dirigiendo el veterano técnico escocés. La otra modificación se ha producido en la defensa, una línea criticadísima con Roy Hodgson. Ante el rendimiento mediocre de Paul Konchesky en el lateral izquierdo, Dalglish apostó por una decisión arriesgada, cambiar de banda a Glen Johnson y dar la titularidad en la derecha al joven Martin Nelly. Aunque esa decisión no me acaba de convencer, lo que si está siendo respaldado por el entorno es la apuesta por una pareja de centrales formada por Martin Skrtel y Danny Agger, probablemente la más fiable que se puede formar con la plantilla actual.
Más allá de los resultados, lo que más convence a la hinchada es el amor por el club que trasmite Kenny Dalglish, su reacción tras la marcha de Fernando Torres fue especialmente emocionante, fueron las palabras de alguien que entiende a la perfección la dimensión de una entidad tan histórica: "Lo más importante que hay que recordar, y puede que a algunos se les haya olvidado, es que este club está por encima de cualquier persona. Yo nunca lo olvidaré, y la persona que lo olvide, será una persona irresponsable y estúpida. Da igual quien sea, quien haya pasado antes o quien pasará en el futuro. El club es el club". Así que muchos empiezan a preguntarse si lo que pareció una solución de emergencia no podría tener continuidad en el futuro. El club esta contemplando la posibilidad de que Kenny Dalglish continúe después del verano si realmente sale bien la cosa, aunque es cierto que en un principio la idea básica era buscar una persona dentro del club que se pudiera hacer cargo del primer equipo inmediatamente y que estuviera tan solo seis meses.
Pero los cambios no solo han afectado al banquillo, la marcha de Ryan Babbel, que ha decepcionado a la hinchada 'red' y sobre todo la de Fernando Torres, que no creyó en las posibilidades (a medio plazo) de competir por títulos, propició una reacción de frustración en una hinchada que lo había convertido en ídolo, casi a la altura del símbolo local Steven Gerrard. Pero el dinero recibido se gastó no solo en un reemplazo, sino en dos. El Liverpool cambiaba a su delantero estrella por dos atacantes de muy buen nivel y perfectamente complementarios, Luis Suárez (del que conocemos su capacidad goleadora con el Ajax) y Andy Carroll (que es una inversión de futuro, pues tan solo lleva 11 goles en la Premier, y no tiene mucha experiencia), por lo que tras el cierre del mercado de invierno no quedaba claro si había salido perdiendo o ganando después de tantos movimientos.
En lo táctico no debería haber muchas modificaciones, lo más lógico es pensar en un sistema con tres centrocampistas, Suárez y Kuyt tirados a los costados y Carroll como delantero centro. La única duda que se plantea es si la presencia de un 'nueve' tan identificado con el juego aéreo puede representar una tentación para buscarlo con demasiada frecuencia. Obviamente el tener un jugador así en la plantilla te permite usar el recurso del balón largo, aunque yo, personalmente, creo que el Liverpool no va a abusar de ello, simplemente no es su estilo. Es cierto que va a permitir más llegadas por las bandas y el remate de cabeza es otra opción, pero no creo que se use reiteradamente.
Lo que está claro es que ha empezado una nueva era en Anfield, y aunque esta temporada pelear por los títulos más prestigiosos ya resulta imposible, la ambición de volver a hacerlo cuando empiece la nueva campaña reaparecerá con la ilusión renovada que solo pueden garantizar las entidades sustentadas por unos antecedentes gloriosos.
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