El fútbol italiano vivió este lunes una de las noches más negras de su historia al quedar fuera de un Mundial por primera vez en los últimos 60 años. Cuatro veces campeona del mundo (1934, 1938, 1982 y 2006), Italia no faltaba a un Mundial desde 1958, la cita en la que un chaval de 17 años llamado Pelé conquistó el primer título para Brasil y que se celebró, precisamente, en Suecia, a cuya selección, casi 60 años después, los hombres de Gian Piero Ventura no han sido capaces de marcar un gol en 180 minutos y remontar así el 1-0 del partido de ida de una repesca que se vio obligada a jugar al quedar segunda de grupo por detrás de España.
Toda Italia llora la eliminación de la 'Azzurra', pero llora, sobre todo, la crisis de su fútbol. El Calcio se halla ante un vacío generacional y de nivel por el bajón que ha pegado la Serie A (exceptuando a la Juventus) en los últimos 10 años. Hoy, el país transalpino carece de jugadores de jerarquía. Buffon roza la retirada y se avecina el ocaso de los Bonucci, Barzagli y Chiellini. Pero lo verdaderamente dramático viene de mediocampo en adelante donde, quitando a un intermitente Verratti y a Lorenzo Insigne (el futbolista italiano más en forma del momento), no hay 'registas' ni 'trequartistas', ni delanteros de calidad... aún así, había material para superar a un combinado sueco de lo más sombrío desde la salida de Ibrahimović y poner rumbo a Rusia, un Mundial que ya ha perdido cuatro estrellas de un plumazo.
Y es que 'La Nazionale' será la única campeona del mundo que falte a la cita de Rusia. Esto al fútbol italiano le supondrá unas pérdidas de unos 100 millones de euros por daños en publicidad, imagen y contratos. Y es que esta eliminación es una humillación histórica que, si de un lado manifiesta la crisis del fútbol italiano, del otro lleva la firma de Gian Piero Ventura, a quien la prensa italiana ya ha señalado como único culpable. Como si él tuviera culpa de que la Federazione Italiana Gioco Calcio sólo tuviera en cartera a un entrenador de 69 años y sin experiencia alguna en el panorama internacional salvo 14 partidos de la Europa League con el Torino.
Lo cierto es que Ventura ha sido incapaz de darle una identidad táctica a los 'Gli Azzurri'. El técnico genovés insistió en trabajar sobre un 4-2-4 que se demostró un sinsentido, y volvió en los partidos decisivos a un 3-5-2 que él mismo había definido como "un dibujo antiguo". Y es que esta Italia no juega a nada. En el partido de ida, disputado en Solna, Italia parecía un equipo miedoso que jugaba para empatar, y en Europa eso no es suficiente. Jugar en una competición europea no es lo mismo que jugar en Italia, donde ganas partidos por la mínima. El ex del Torino ha logrado el más difícil todavía: enfadar a quienes defendían el 'ADN' del que hizo gala el fútbol italiano a lo largo de su historia y también a quienes confiaron en su apuesta por el buen trato del balón. Ventura pasará a la historia como el seleccionador que dejó a Italia sin Mundial y eso es mucho decir en un país que cada cuatro años aguarda esa cita y que se enorgullece de tener cuatro títulos de campeón del mundo en sus vitrinas.
Es cierto, Italia ha ganado cuatro mundiales, y cuando ganó lo hizo normalmente con un fútbol fabril, esforzado, italiano por definición. Pero se ha estancado en cuando a lo futbolístico por motivos de cultura nacional, casi de folclore. Hay pocas personas que sean más inmovilistas que los italianos. Si algo ha funcionado durante un periodo importante de tiempo, se prolonga sin importar el resto.
Pero ahora Italia debe levantarse, y para volver a la élite mundial necesita regenerar su torneo liguero. Hace 10 años Italia era campeón mundial con grandes equipos en su campeonato doméstico, hoy la realidad es muy distinta. Las grandes estrellas del fútbol mundial no tienen como destino el país transalpino y en el mercado interno la Juventus ha impuesto un dominio casi obsceno.
El punto de vista cortoplacista es una de las razones de la inoperancia actual. Los clubes no confían en la gente joven y el origen de esto es que el fútbol italiano siempre ha sido resultadista. Se juega para ganar y como consecuencia no se confía en los jóvenes. Eso lleva a muchos grandes a fichar a jugadores de medio pelo en vez de apostar por las 'perlas' de sus canteras. Esta tendencia acaba conformando plantillas muy amplias plagadas de extranjeros con escaso nivel de competitividad que poco, o más bien nada, ayudan al desarrollo de la selección italiana.
Y es que el fútbol italiano necesita una reflexión profunda sobre el modelo de club que se impone en el siglo XXI y precisamente la 'Vecchia Signora' es el único club italiano que lo cumple. Los directivos 'bianconeri' han entendido que un club moderno necesita una dirección deportiva potente que no sólo tome medidas cortoplacistas, sino ver qué potencia al equipo y al club con vistas a un medio plazo (tenemos a este entrenador que nos gusta, vamos a jugar a esto y vamos a mirar muy bien el mercado buscando no solo jugadores interesantes sino también que sean baratos, en último año de contrato... pero todo orientado a una forma de jugar).