En 1996 la selección nigeriana se hacía contra todo pronóstico con la medalla de oro en las Olimpiadas de Atlanta. Tras semejante hazaña todos los analistas mundiales coincidían en señalar a aquel grupo de jóvenes jugadores, comandados por el holandés Jo Bonfrere, como firmes candidatos a hacer grandes cosas en el fútbol mundial. Algunos incluso situaban a Nigeria como una de las firmes candidatas para hacerse con el Mundial que se disputaría dos años después en Francia. Sin embargo, tras aquella cita comenzó la 'maldición' de aquel grupo y vieron como las esperanzas de conquistar un campeonato intercontinental comenzaron a disiparse.
La estrella indiscutible de aquel grupo de jugadores era Nwankwo Kanu. Él fue el primero en sufrir 'la maldición de las Águilas Verdes'. Tras su brillante actuación en Atlanta, muchos hablaron de él como un jugador a la altura de Ronaldo, quien por entonces era el mejor del mundo. No les faltaban razones, Kanu era un delantero atípico, con un físico extraño, pero capaz de hacer cosas que estaban al alcance de muy pocos. El Inter de Milán lo fichó tras su gran actuación en los Juegos Olímpicos, sin embargo, los médicos del Inter detectaron que una de sus válvulas coronarias no se cerraba completamente y fueron claros: debía dejar el fútbol profesional. A pesar de ese primer diagnostico luchó por seguir jugando. En noviembre de 1996, sólo tres meses después de tocar el cielo con su selección, Kanu se sometía a una operación a corazón abierto en EE.UU. La válvula enferma fue sustituida por una artificial. Eso garantizaba que seguiría viviendo, pero no jugando. Sólo su fe, y la del médico que le operó, hizo que en abril de 1997 regresara a los terrenos de juego. Con todo, y a pesar del final feliz de la historia, Kanu nunca volvió a ser el mismo y aquellos meses inactivos dejaron factura en su juego y, sobre todo, en su progresión.
El siguiente afectado fue Joseph Dosu, el portero titular de aquel equipo, un excelente guardameta de corte africano que estaba llamado a ser el portero titular de Nigeria en la siguiente década. Era el único jugador del plantel titular que aún jugaba en un equipo nigeriano y tras el torneo Olímpico fichó por la Reggiana de la Serie A. En enero de 1997, tras disputar su tercer partido con la selección absoluta de Nigeria, sufrió un terrible accidente de coche en Lagos que casi le deja en una silla de ruedas. Tras una dura rehabilitación consiguió volver a andar, pero tuvo que dejar definitivamente el fútbol a la edad de veintitrés años.
Tras la retirada de Dosu, la portería nigeriana quedó huérfana, y se mantuvo así hasta la aparición de Vincent Enyeama, primer portero de calidad que Nigeria ha tenido en la última década. De hecho, quizás esa fuera la mayor razón del estrepitoso fracaso de las 'Águilas Verdes' en Francia'98. A aquella cita no sólo faltó Dosu, sino que su sustituto Ike Shorunmu, se rompió el brazo semanas antes de la cita mundialista. Esto hizo que Bora Milutinovic decidiera convocar a Peter Rufai, quien con 35 años apenas jugaba en el Deportivo de La Coruña. El resultado: Nigeria jugó todo un Mundial sin un portero de garantías, de lo que se aprovecharon bien los daneses en los octavos de final.
La siguiente 'víctima' fue Emmanuel Amunike, autor del gol del triunfo en la final ante Argentina. Bobby Robson, quien sufrió sus internadas por la banda izquierda cuando dirigía al Oporto y Amunike jugaba en el Sporting de Portugal, quiso ficharlo para el Barcelona, pero el nigeriano no pasó las pruebas médicas. Finalmente terminó fichando por el club 'culé' en el mercado invernal pero en septiembre de 1997 sufrió una lesión de rodilla de la que nunca se recuperaría completamente. Más de diez operaciones sufrió el extremo zurdo, hasta poder volver a jugar al fútbol. Tras su paso por el Barcelona fichó por el Albacete Balompié de la Segunda División, donde sus primeros partidos parecían dar a entender que pronto recuperaría su nivel. Sin embargo, en su primer partido oficial con la selección nigeriana tras la lesión, se rompió el talón de aquiles. Amunike nunca se recuperó totalmente, y se retiró en 2004 tras jugar una temporada en Jordania.
Pero hay más. Una de las mayores sorpresas de aquel equipo era Tijani Babangida, en aquel entonces extremo diestro del Roda holandés. Tras los Juegos, el AFC Ajax se fijó en él para sustituir al también nigeriano Finidi George, traspasado al Real Betis. Comenzó fantásticamente en el Ajax, donde sus velocísimas internadas por la banda eran celebradas por la afición 'ajacied'. Pero en julio de 1998 cayó enfermo de malaria en un viaje a Nigeria. Esta enfermedad sesgó su carrera. Ese año prácticamente desapareció de las alineaciones del Ajax y, tras varias cesiones, en las que no consiguió remontar su nivel de juego, se desvinculó del equipo de Ámsterdam para acabar jugando en el Changchun Yatai de la liga china, donde colgó las botas en 2004.
Otro caso a reseñar es el de Emmanuel Hyacinth Babayaro, portero suplente de aquel equipo y hermano mayor de Celestine, ex jugador de Chelsea y Newcastle. En el verano de 1996, fichó por el Besiktas turco y, tras dos temporadas sin jugar y probar, sin suerte, en el Motherwell escocés, dejó el fútbol para dedicarse al cine. En 2005 estrenó 'Growing Up', su primera película, en la que también tiene un papel como actor y en la que hacen cameos otros jugadores como Osaze Odemwingie, Christian Obodo y Obafemi Martins. En 2010 hizo su incursión en el mundo de la música grabando los singles '9Ja Area' y 'My Party'. También sigue ligado al fútbol y en noviembre de 2015 fue nombrado Manager General del Kaduna United FC, club de la ciudad natal de los hermanos Babayaro.
Otro que sufrió la 'maldición' fue Daniel Amokachi. Delantero rápido y potente, era un fijo en el ataque de las 'Águilas Verdes', generalmente junto con Victor Ikpeba. Llegó a Atlanta como uno de los tres jugadores mayores de 23 años que se permitían convocar y tras la cita Olímpica pasó del Everton al Besiktas, donde, tras un comienzo fulgurante, su estrella fue apagándose por culpa de las lesiones. Dos años después llegaba al Mundial de Francia más como líder de vestuario que por sus posibilidades de jugar. Tan sólo jugó 67 minutos en el segundo partido frente a Bulgaria, pero no pudo volver a hacerlo. Tras la temporada 1998-99 el Besiktas decidió rescindir su contrato debido a las continuas lesiones que sufría. Tras su paso por el equipo turco, Amokachi, que entonces tenía solo 27 años, no consiguió en ningún momento relanzar su carrera. Sus rodillas estaban destrozadas. Lo intentó en el Creteil francés y en los Colorado Rapids de la MLS, con los que ni siquiera llegó a jugar en partido oficial. Sus últimos destinos fueron un equipo de la segunda división de los Emiratos Árabes y un regreso fugaz a la liga nigeriana con el Nasarawa United.
También Victor Ikpeba vio, cómo tras la muerte del dictador Sani Abacha en junio de 1998, y posicionarse a favor de la democracia en su país, fue desapareciendo gradualmente de las alineaciones de las 'Águilas Verdes'. Tras seis magníficos años en el Mónaco, fracasó en sus aventuras en el Borussia Dortmund y Real Betis, donde solo jugó tres partidos. Después de jugar en Arabia Saudita con el Al-Ittihad, intentó recuperar su carrera en la temporada 2003-04 en el Charleroi belga, pero sin suerte, y finalmente se retiró de los terrenos de juego en 2005 en las filas del Al-Sadd catarí.
Del resto, qué decir. Exceptuando a Sunday Oliseh, Taribo West, Jay-Jay Okocha, Celestine Babayaro, Uche Okechukwu (capitán nigeriano que jugó nueve años en el Fenerbahçe), Garba Lawal y Wilson Oruma, que si tuvieron carreras largas en equipos europeos (algunos de primer nivel), el resto, ninguno consiguió una gran trayectoria deportiva. La mayoría dedicó los siguientes años a jugar en equipos de segunda fila, y poco a poco fueron desapareciendo del mapa futbolístico. Es el caso de Kingsley Obiekwu, Teslim Fatusi, Mobi Oparaku o Abiodun Obafemi.
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