Hoy traemos una curiosa historia cuyo protagonista es la camiseta que lució Argentina contra Inglaterra en el Mundial de México'86. Y es que las camisetas también son historia viva de los Mundiales. Son la vestimenta para la gala de esta fiesta del fútbol. Hoy no existe la improvisación, nadie olvida una camiseta alternativa y de antemano se sabe con qué colores se juega. Ahí están los nuevos modelos, esos que serán expuestos en todas las tiendas, listos para ser lucidos a todo el mundo. De todos modos, nada indica que no sigan apareciendo hermosas historias con las camisetas de las selecciones.
México organizó el Mundial de 1986, y por aquel entonces la mayoría de las selecciones estaban preocupadas por cómo el calor y la humedad iban a afectar a los jugadores. Argentina llevó camisetas con una tela más liviana y con agujeritos (las Air-Tech) pero sólo en la titular, la celeste y blanca. Ante Uruguay, en los octavos de final, jugó con la segunda equipación, una azul de algodón, y Carlos Bilardo fue rotundo: No se podía volver a jugar con aquella 'armadura'. Combatir la altura y el calor era una prioridad en la hoja de ruta del entrenador bonaerense, que incluso le pidió a los jugadores que llegaran a México con dos kilos de sobrepeso porque, decía, la altitud se los quitaría durante el torneo (ya en el Mundial, Bilardo pasaba por las habitaciones de los futbolistas con bandejas de sándwiches sin preocuparse por los extras de grasas, hidratos o azúcares).
La FIFA ya había informado a la delegación argentina, que en los cuartos de final ante Inglaterra había que utilizar nuevamente la equipación azul, así que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) solicitó a Patricio D'Onofrio, representante de Le Coq Sportif (marca francesa que patrocinó a la selección 'albiceleste' entre 1980 y 1989), que fabricara de manera urgente un modelo con una tela similar a la de la primera equipación. "Imposible con tan poco tiempo", fue la respuesta que recibieron.
A solo tres días del partido, Bilardo (terco como pocos) le ordenó a Rubén Moschella, gerente administrativo de la AFA, que recorriese las tiendas de deportes del Distrito Federal para buscar camisetas azules de la marca gala que fueran de su agrado. Tras horas de búsqueda, Moschella regresó al hotel de concentración con dos modelos. Bilardo, junto a su ayudante técnico, Carlos Pachamé, y el utillero Tito Benrós las pesaron pero no se decidieron, hasta que Maradona entró en escena. El diez argentino pasó por el lugar y el técnico le pidió consejo. Diego las miró, las palpó y sentenció: "Qué linda ésta. Con esta camiseta le ganamos a Inglaterra, Carlos".
Moschella volvió a la tienda y compró 38 unidades para los 19 jugadores de campo: una para cada tiempo. Un diseñador del Club América bocetó de urgencia el escudo de la AFA (delineó un trazado bastante parecido al original, aunque con las prisas omitió los laureles que circundan las siglas de la AFA). Entonces fue cuando entraron en acción las bordadoras del 'club crema', que cosieron los parches del escudo recién hecho. Sólo faltaban los números, y ante la urgencia, se consiguieron unos plateados de fútbol americano, que fueron planchados en las nuevas camisetas.
La camiseta elegida por Diego Armando Maradona ya estaba lista, y el diez se preparaba para jugar el partido ante los ingleses. Horas después, Maradona hacía historia con 'la Mano de Dios', con uno de los mejores goles de la historia de los Mundiales y vistiendo una camiseta con dos tonos de azul, comprada de urgencia por Moschella en una tienda olvidada de la capital mexicana.
Reconstruir el camino que siguieron esas camisetas después del partido es imposible, aunque de algunas se sabe su destino, en especial las dos de Maradona. Una la sigue guardando el jugador en su colección personal, mientras que la otra, la que vistió en el segundo tiempo y que en definitiva es la más valiosa, se exhibe en el National Football Museum de Manchester. Fue cedida por Stephen Hodge, un ex-futbolista inglés, que jugaba como centrocampista y que tras el partido intercambió su camiseta con la de Maradona. Tras tenerla varios años en su casa y luego en un banco (por su alto valor económico), Hodge la cedió al Museo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario